Las bendiciones gais dividen al anglicanismo

  • El Sínodo General de la Iglesia de Inglaterra aprueba una enmienda del obispo de Oxford, Steven Croft
  • Aprobada por poco margen y “a modo de prueba”, estas ceremonias llegarán “en las próximas semanas”
  • Los más críticos lamentan que, al contar con invitados, música y lecturas, son prácticamente como bodas

El Sínodo General de la Iglesia de Inglaterra, en su asamblea de noviembre en Londres, ha acordado acelerar el proceso para que las parejas homosexuales puedan recibir una bendición en sus templos. Así, si bien en la última reunión del organismo anglicano, en febrero, ya se aprobó esta iniciativa pastoral por primera vez en su historia, ahora, gracias a la ratificación de una enmienda del obispo de Oxford, Steven Croft, esta tendrá lugar, “a modo de prueba”, “en las próximas semanas”. Eso sí, también se ha establecido que, aquellos sacerdotes que no quieran oficiar estas ceremonias, no están obligados a ello.



Si la votación de febrero ya resultó reñida (el ritual de bendición para las parejas del mismo sexo salió adelante con 250 votos a favor, 181 en contra y 10 abstenciones de los obispos, clérigos y laicos reunidos), el sufragio de la moción del obispo Croft ha resultado incluso más ajustado: 227 votos a favor y 203 contrarios, además de cinco abstenciones. Por grupos, entre los obispos ha habido 23 apoyos, 10 rechazos y cuatro abstenciones. Entre los sacerdotes, 100 han votado ‘sí’, 93 ‘no’ y uno se ha abstenido. Y, entre los laicos, 100 se han mostrado a favor, 93 en contra y ninguno se ha abstenido.

Críticas de episcopados africados

Más allá de esta evidente división en el seno del anglicanismo inglés (por no hablar del resto de la Comunión Anglicana a nivel mundial, con varios episcopados de países africanos exigiendo a Justin Welby, arzobispo de Canterbury, que renuncie a su condición simbólica de primado), lo que más divisiones ha generado de esta propuesta del obispo de Oxford es que varios representantes entienden que, por cómo se concreta el ritual de la bendición, se asemeja en demasía a una boda, pudiendo confundir a los fieles. Mucho más cuando en la votación de febrero se recalcó que quedaba excluida la posibilidad de la celebración de bodas gais dentro de sus templos. “No hay ningún cambio en la doctrina del matrimonio”, aclararon entonces los pastores anglicanos.

Sin embargo, la fórmula de la bendición (cuyos textos han sido bautizados como ‘Oraciones de amor y fe’) se concretará en ceremonias que se celebrarán los sábados y que contarán “con la participación de familiares, lecturas y música elegida para la ocasión”. Para los más críticos, Croft, con la aquiescencia de Welby, ha roto el consenso adoptado en febrero, cuando se estableció que el proceso se iría concretando progresivamente, a través de un tiempo de discernimiento en las diócesis, hasta culminar en 2025. Ahora, con esta medida de carácter “experimental”, se ha acelerado la implantación de las bendiciones y las primeras se calcula que pueden tener lugar en las fiestas navideñas. Y con el matiz de que, sin ofrecerse propiamente el sacramento matrimonial (como se había votado explícitamente), sí parecerán una boda.

Choques internos ya en 2017

Esta cuestión esta marcando los últimos años en el seno de la Iglesia de Inglaterra. De hecho, un punto de ruptura se dio ya en 2017, cuando, en la asamblea de febrero del Sínodo General, los obispos, después de tres años de reflexión sobre el asunto, aprobaron una declaración en la que se establecía que “el matrimonio es entre un hombre y una mujer”. A su vez, esta contó con el rechazo mayoritario del grupo de los sacerdotes, que no dudaron en calificar el texto episcopal de “homofóbico” y de “divorciado de la realidad”.

Desde entonces, y aunque ya también ha habido un cambio en el colectivo de los prelados y, junto al de presbíteros y laicos, la mayoría eclesial se posiciona a favor de las bendiciones de las parejas homosexuales, la división es patente y aún hay dos posturas muy marcadas y distanciadas. Así, como recoge ‘The Guardian’, lo reconoció en su discurso el arzobispo de York, Stephen Cottrell: “Se trata de una cuestión que nos lleva a la ruptura”.

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