Francisco: “No olvidemos que la guerra siempre es una derrota. Solamente ganan los que fabrican armas”

El Papa ha recordado, tras rezar el ángelus, a los 20 mártires de la Guerra Civil Española beatificados ayer en Sevilla

“Myanmar continúa sufriendo violencia, rezo para que la población no se desanime. También rezo por la atormentada Ucrania y por la población de Palestina e Israel. La paz es posible, pero se necesita buena voluntad. No nos resignemos a la guerra y no olvidemos que la guerra siempre es una derrota. Solamente ganan los que fabrican armas”. Así ha sido el nuevo llamamiento del papa Francisco por la paz al término del ángelus de hoy en la plaza de San Pedro.



También después de la oración mariana, el Pontífice ha recordado a los 20 mártires de la Guerra Civil Española beatificados ayer en la Catedral de Sevilla en una ceremonia presidida por el cardenal prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, Marcello Semeraro. “Ellos dieron testimonio de cristo hasta el final. Que su ejemplo conforte a los cristianos que en nuestro tiempo son discriminados por su fe”, ha señalado.

Antes, Jorge Mario Bergoglio, al igual que en la misa que ha presidido esta mañana en San Pedro con motivo de la VII Jornada Mundial de los Pobres,  ha utilizado la parábola de los talentos para reflexionar sobre las dos formas en las que todos los cristianos pueden acercarse a Dios.

Dos modos de acercarse a Dios

El primer modo: “Es el de aquel que entierra el talento recibido: él no se fía ni del señor ni de sí mismo. Frente a él siente miedo. No ve el aprecio y la confianza que el señor deposita en él, sino el modo de actuar de un patrón que pretende más de lo que da, de un juez que proyecta la sombra de sus duros castigos sobre los fracasos de los demás. Esta es su imagen de Dios: no es capaz de creer en su bondad. Por eso se bloquea y no se deja implicar en la misión recibida. No hace propio el deseo de su señor. Tiene esta imagen distante y errónea de Dios”.

El segundo modo: “Es el de aquellos que corresponden la confianza de su señor confiando a su vez en él. Invierten todo lo que han recibido, incluso si no saben al principio si todo irá bien: aceptan el riesgo de jugársela. Se fían y se arriesgan: cuentan con la comprensión del señor que los ha elegido, con la bondad del don que se les ha confiado, con las capacidades recibidas”.

Miedo o confianza

En este sentido, el Papa ha señalado la disyuntiva frente a Dios: miedo o confianza. “Como los protagonistas de la parábola, también nosotros –todos nosotros– hemos recibido unos talentos, más valiosos que el dinero. Pero mucho de cómo los invertimos depende de la confianza en el Señor, que nos libera el corazón, nos hace ser activos y creativos en el bien. El miedo bloquea, la confianza desbloquea las capacidades. Y alegra el corazón del Padre, que se complace viendo a sus hijos que no lo temen, sino que lo aman”, ha insistido.

Y ha continuado: “Recordemos: el miedo paraliza, la confianza libera. Y preguntémonos: ¿creo que Dios es padre y me confía los dones porque se fía de mí? Y yo, ¿confío en Él hasta el punto de jugármela, sin desanimarme, incluso cuando los resultados no son seguros ni se dan por descontado? ¿Sé decir cada día en la oración: ‘Señor, yo confío en ti’? y después, ¿sé arriesgarme en el bien o me dejo paralizar por la incertidumbre?”.

Por último, “como Iglesia: ¿cultivamos en nuestros ambientes un clima de confianza y de aprecio recíproco, que desbloquee a las personas y estimule la creatividad del amor en todos?”, se ha preguntado el Pontífice para luego completar: “Que la Virgen María nos ayude a vencer el miedo y a fiarnos de Dios”.

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