El “dolor” del Papa por las “horas de terror” en Tierra Santa: “El terrorismo y la guerra solo traen muerte”

Francisco ha clamado por la paz entre Israel y Palestina en el ángelus de este domingo tras los acontecimientos de este fin de semana

angelus papa francisco

Al finalizar el rezo del ángelus de este domingo, 8 de octubre, el papa Francisco ha expresado su dolor ante lo ocurrido este fin de semana en Israel: el país, tras recibir un ataque sin precedentes por parte de Hamás, se declaraba en estado de guerra y sumía en el conflicto la franja de Gaza.



“Sigo con atención y dolor lo que está sucediendo en Israel, donde la violencia ha estallado fuertemente, provocando centenares de muertos y heridos”, decía el Papa, quien ha expresado, de esta manera, su “cercanía” a las familias de las víctimas. “Rezo por ellos y por todos los que están viviendo horas de terror y de angustia”, aseguraba Francisco.

Asimismo, ha clamado para que “los ataques y las armas se detengan, por favor, y que se comprenda que el terrorismo y la guerra no llevan a ninguna solución, solo a la muerte y al sufrimiento de tantos inocentes”. “La guerra es una derrota”, ha lamentado el Papa, pidiendo a los creyentes su oración “para que haya paz en Israel y Palestina”. “No nos cansemos de invocar la intercesión de María por la paz en tantos países del mundo”, continuaba el Papa, sin olvidar “a la querida Ucrania, que cada día sufre tanto y está tan martirizada”.

Dar las gracias

Francisco ha reflexionado, antes del ángelus, acerca de la parábola que revela el evangelio de hoy (Mt 21,33-43). “El dueño de un terreno plantó allí una viña y la cuidó bien; luego, al tener que marcharse, la confía a unos agricultores. En el tiempo de la cosecha, envía a sus sirvientes a recoger la cosecha”, ha explicado Francisco. “Pero los agricultores los maltratan y los matan; entonces el amo envía a su hijo, y hasta lo matan”.

“El dueño hace todo bien, con amor: él mismo trabaja duro, planta la viña, la rodea con un seto para protegerla, cava un hoyo para el lagar y construye una torre de vigilancia”, ha dicho. “En cambio, pensamientos ingratos y codiciosos se apoderaron de las mentes de los agricultores”, y estos “se convierten en asesinos”.

“Con esta parábola, Jesús nos recuerda lo que sucede cuando el hombre se engaña pensando que se ha hecho a sí mismo y olvida la gratitud, olvida la realidad fundamental de la vida: que el bien proviene de la gracia de Dios, de su don gratuito”, ha señalado. “Cuando olvidamos esto, terminamos experimentando nuestra condición y limitaciones ya no con la alegría de sentirnos amados y salvos, sino con la triste ilusión de no necesitar ni amor ni salvación. Dejamos de dejarnos amar y nos encontramos prisioneros de nuestra propia codicia, de la necesidad de tener algo más que los demás, de querer destacar por encima de los demás”, ha aseverado.

“De aquí viene tanta insatisfacción y recriminación, tanta incomprensión y envidia; y, impulsado por el resentimiento, uno puede caer en el vórtice de la violencia”, ha apuntado el Papa, animando a preguntarse “¿me doy cuenta de que he recibido la vida y la fe como don, y que yo mismo soy don? ¿Creo que todo comienza con la gracia del Señor? ¿Entiendo que soy un beneficiario inmerecido, amado y salvado gratuitamente? Y sobre todo, en respuesta a la gracia, ¿sé decir “gracias”? Es una pequeña palabra, esperada cada día por Dios y por nuestros hermanos. Preguntémonos si esta pequeña palabra “gracias” está presente en nuestras vidas”.

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