Mauricio López habla de su primer libro: “Recibí una lección del Papa: la periferia es el centro”

  • Esta obra fue coeditada entre PPC y el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam) y se presentará de forma virtual este 17 de marzo de 2023
  • Vida Nueva habla con su autor sobre cómo fue esta experiencia y qué novedades podrán encontrar

Mauricio López presenta su primer libro: “Discernir la voz de Dios en este kairós eclesial: claves sinodales desde la territorialidad amazónica”, un libro en el que relata el cúmulo de experiencias, que ha vivido como laico en su tránsito por la Iglesia amazónica, recogidas de su blog “Caminando por las aguas de la sinodalidad” de vidanuevadigital.org.



Este libro fue coeditado entre PPC y el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam) y se presentará de forma virtual este 17 de marzo de 2023, a las 7:30 p.m. de Colombia y podrá verse por las redes sociales del Celam y de Vida Nueva Colombia.

López actualmente encabeza el grupo coordinador de la fase continental del Sínodo de la sinodalidad en los cinco continentes y está obra ha llegado a abonar el actual proceso sinodal en marcha y, de cierto modo, “devolver a quienes han sido los sujetos prioritarios de esta experiencia sinodal amazónica latinoamericana y global para quienes también va este texto”.

Un equipaje lleno de vida

PREGUNTA.- Se trata de tu primer libro, ¿cuéntanos como fue ese proceso, por qué decidiste compilar tus memorias, experiencias y vivencias en esta publicación?

RESPUESTA.- “Al hacer un recuento del proceso vivido con el Sínodo amazónico, tenía una sensación incontenible de tratar de hacer sentido, de tratar de honrar lo vivido y de encontrarle su lugar. Me he dado cuenta que no era ya más la persona que había sido, que algo había cambiado en mí a partir de la experiencia vivida en este sínodo de la Amazonía en los casi 10 años de caminar con la iglesia, comunidades y pueblos diversos en este territorio; y ser de cierto modo transformado por todos estos rostros concretos.

De modo que muchas reflexiones se fueron tejiendo a sí mismas, a muchas manos sin prisa, sin ninguna intención de publicar un libro, más bien fueron dando un rostro a un blog (en Vida Nueva), es decir, a un espacio muy sencillo, donde compartir la vida y que poco a poco fueron acumulándose hasta expresar un equipaje muy muy lleno de vida, muy lleno de regalos y que no podía quedarse como algo guardado para mí, sobre todo, porque le pertenecía a ese territorio, a tantas personas, a quienes agradezco que hicieron camino en este proceso.

Así fue como fue tomando forma este libro, pero de alguna manera puedo decir que se fue escribiendo paulatinamente a partir de esa necesidad de encontrar sentido a la vivido y por eso ese título de “Discernir la voz de Dios en este kairós eclesial”, se ha tratado de buscar aquello que Dios ha querido decir como padre y madre en todo este camino”.

Dar cuenta de lo vivido

P.- ¿Cuál crees es la mayor contribución de esta obra al actual camino sinodal y al caminar de la Iglesia?

R.- “No creo que esta obra tenga una contribución en cuanto a novedad. Más bien se trata de una obra de retribución. De cierto modo, devolver a quienes han sido los sujetos prioritarios de esta experiencia sinodal amazónica latinoamericana y global para quienes también va este texto. Es un devolverles a manera de gratitud por todo lo que han suscitado y por lo que hemos podido tejer en comunión y en comunidad juntos y juntas.

Me parece que a veces dedicamos poco tiempo para honrar la vida, para agradecer lo inesperado para reconocer la presencia de Dios vivo en todos los pasos que damos. Ya hay demasiados libros hechos desde la sabiduría y a veces en la frialdad de un escritorio, desde la visión intelectual que a veces es expresada por quienes nos ayudan mucho a abrir perspectiva, pero que no están necesariamente arando la tierra todos los días y lo que necesitamos es tratar de afirmar esos rostros.

Me da la impresión que este texto puede contribuir como puente; un puente que además refleja casi 10 años de camino con experiencias. Con quienes han ido arando la vida, mujeres y hombres de Iglesia, de los territorios; obviamente sin ninguna pretensión de ser portador de sus voces, pero sí desde una vivencia a partir de mis ojos limitados, con mis propias perspectivas, pero que dan cuenta de lo vivido”.

Gratitud profunda

P.- ¿Qué te inspiró a hacer esta obra, quiénes a lo largo de vida han sido tus maestros?

R.- “Hay en el libro toda una introducción con los agradecimientos a quienes de manera más fuerte han inspirado esta obra y que han sido padres y madres espirituales para mí. Hermanos y hermanas, en esta parresía, durante estos años, pero quizá en el vacío que se genera con la partida de seres queridos y que se va intentando llenar con una presencia suya de otra forma, hay voces especialmente presentes en este libro.

Definitivamente la voz del queridísimo paí, mi taita, abuelo, José Luis Carabias, quizá una de las personas que más han marcado mi búsqueda de identidad en la Iglesia y de sentido de servicio en ella.

El profundamente querido y amado cardenal Cláudio Hummes que fue un verdadero hermano mayor y maestro. En su identidad franciscana de amor por la Iglesia en su sentido misionero de abrazar la identidad y el rostro de la Amazonía.

A Don Sabino Gualinga, hombre sabio de la Amazonía, padre de mi querida amiga Patricia Gualinga y que ha hecho tanto por esta comprensión más amplia de la Amazonía en el sentido más diverso, en el sentido de su espiritualidad y sus espiritualidades, su cosmovisión. A él también agradecerle, porque a pesar de no poder compartir todo lo que hubiera querido con él siempre fue una presencia que me tocó en lo más hondo,  de hecho, mi entrada a la Amazonía tuvo una fuerte cercanía con él, con la manera en que él interpretaba la voz de Dios a través de los Espíritus de la selva y en su opción como miembro de la Iglesia.

A ellos tres que ya no están entre nosotros un sentido de gratitud profunda y este libro trata de darles su lugar. También a quienes profundamente han acompañado los distintos caminos de vida, a mis amados padres, hermanos, a mi amada Ana Lú, que en nuestro claroscuro vamos haciendo opción de vida continua.

A una madre espiritual que ha sido Magdalena Palencia y luego una larga lista de mujeres y hombres con quienes hemos trabajado palmo a palmo, codo a codo, hombro a hombro en esta Amazonía.

A todos quienes hicieron el proceso desde la pequeña red en la Cáritas Ecuador, tejiendo desde ahí hacia esta visión panamazónica, a todos con quienes hicimos esa apuesta para la creación de la Repam, a la secretaría ejecutiva con la que trabajamos caminamos y tejimos todas las estructuras de esta red.

Luego todos quienes hicieron parte del camino sinodal amazónico, al cual pudimos servir en la Asamblea Eclesial y en el Celam, quienes además han apoyado el que esta obra pueda ver la luz y a Vida Nueva y a PPC que también han dado espacio siempre a esta reflexión que busca dónde encontrar un sitio para hacer expresada”.

La periferia es el centro

P.- Justamente con el lanzamiento de tu libro coincide con los 10 años del Pontificado del Papa, ¿tú como laico ignaciano en qué te ha inspirado el Santo Padre, alguna anécdota con él?

R.- “Como laico ignaciano, hijo de la espiritualidad de los ejercicios de san Ignacio, creo que ha habido siempre una inmensa gratitud y una sensación de descubrirme y encontrarme en los mensajes del papa Francisco, en su vivencia y en su magisterio.

No cabe duda que él ha sido una luz en el camino y un hermano profundo, que siempre ha sabido reafirmar este camino que hemos hecho, acogiendo estas intuiciones que le acercábamos también a su corazón.

Pero no puedo olvidar nunca esa anécdota cuando en el consejo preparatorio del sínodo  amazónico en el cual el Papa quiso ponerme al servicio de ese proceso, tomando café con mi querido amigo Pedro Hughes, se acercó de una manera espontánea y después de una conversación muy simpática, bromeando, se puso serio; su rostro cambió y nos dijo pongan atención a lo más importante ‘la periferia es el centro’.

No me olvido de esa lección, porque al final del día es la que ha iluminado también el tejido de este libro y todos los riachuelos que se unen para dar cuenta a este de trabajo; que es un trabajo incompleto, pero que es un río pequeño pero río también que trae toda esa vida; son esas periferias las que han iluminado este momento de conversión de la Iglesia, ese deseo del Papa que lo improbable, lo considerado marginal, sin sentido, sea lo que ayude a un centro, quizás atrapado en sí mismo, pueda liberarse y encontrar nuevas perspectivas”.

Peregrinación a Asís

P.- Tuviste una relación muy cercana y fraterna con dom Cláudio Hummes, el mismo que le susurro a Bergoglio, no te olvides de los pobres, ¿qué tanto de dom Hummes hay en las páginas de tu libro?

R.- “Había muchísimas anécdotas con él, pero lo que más recuerdo es su cercanía, su amistad, su gratitud, el estar pendiente siempre; además recuerdo que al final del sínodo yo lloraba, lloraba sin parar en la sesión de cierre y fui a abrazarlo y él me dijo: ‘Mauricio, gracias, gracias, porque mucho de lo que se ha podido hacer también tiene tu huella’.

No saben cuánto significó eso para mí, porque también hay momentos en que uno no sé, como que pierde el rumbo, hay cuestionamientos, incomprensiones, desencuentros y en el deseo de profundizar en el discernimiento profundo nos vamos confirmando a partir del acompañamiento a la realidad. Y Dom Claudio lo tenía claro y esa capacidad de gratitud y de gratuidad siempre nos han acompañado.

Después fuimos a Asís. Era un regalo que le queríamos hacer a él, porque él, en su sencillez no quería nunca propiciar ninguna cosa en su interés, pero nosotros lo animamos, fuimos junto con el cardenal [Pedro] Barreto,  el cardenal [Michael] Czerny, con Liliana Franco a compartir también unos días para hacer sentido de la experiencia vivida.

Y recuerdo también con qué profundidad ponían en las manos de san Francisco de Asís todo lo vivido; la gratitud de haber cumplido con la tarea y poner en las manos de Dios lo que vendría después que enseguida terminamos el sínodo.

Nos pusimos a trabajar juntos y juntas para empujar el proyecto de la Ceama, que hoy es una realidad de servicio de la Iglesia en una clave de institución para complementar la misión de la Repam como red o del PUAM como programa universitario al servicio de este territorio que es fuente de vida en el corazón de la Iglesia y del mundo”.

Testimonio que conmueve

P.- Hablas de un nuevo kairós eclesial que surge a la luz del proceso sinodal amazónico, ¿cómo logras tender puentes con quienes no comparten esta visión tuya?

R.- “Dicen por ahí que las palabras a veces convencen, pero que el testimonio arrastra, el testimonio conmueve las entrañas. En realidad yo no pretendo que nadie abrace y asuma ninguna de las nociones que están ahí, en realidad es un compartir de vivencias, intuiciones, no tiene ninguna pretensión teológica y eso creo que da mucha libertad; lo que intenta es ojalá suscitar como se ha suscitado en mí esas búsquedas más profundas para que en la vida de cada uno y cada uno haya más presencia de Dios”.

Consigna de vida

P.- ¿Qué es ser un  ‘inconforme esperanzado’ así lo planteas en tu libro?

R.- “Ser un inconforme  esperanzado es una consigna, que me acompaña desde muchos años. Creo que desde mis años de mochilero hasta este tiempo reciente, he podido recordar porque he regresado a muchos sitios donde pude tener esa vivencia de más allá de descubrir el mundo dentro de mí, de descubrirme frente a un mundo amplio, de descubrir que era lo mío y que era lo que otros habían puesto encima de mí como etiquetas y de ahí irme configurando también en ese ‘inconforme esperanzado’.

Inconforme, porque el mundo no anda bien; inconforme, porque hay muchas cosas que sabemos que deben cambiar; inconforme, porque vemos ese fracaso sistemático en el encuentro con el sentido de vida de las personas en la búsqueda de una sociedad más justa, menos inequitativa.

Esperanzado, porque todos los días en todo momento vemos signos presentes de Reino, testimonios pequeños, sencillos, en testimonios también de Iglesia de reforma estructural, en testimonios de pueblos que dan la vida; ¿cómo no tener esperanza cuando vemos también toda la belleza de la creación resiliente por encima de nuestra búsqueda destructiva de acumulación?

Caminar con otros y otras

P.- Mirando en retrospectiva, con este primer libro, ¿qué le dirías a esos compañeros y compañeras de camino con los que te aventuraste aguas adentro en la Amazonía?

R.- “Lo que le diría a tantísimas personas que han hecho este camino como maestras y maestros, como hermanas y hermanos y como compañeros compañeras: este libro les pertenece también.

En dónde se encuentren dentro de esas reflexiones que hicimos a golpe de caminar juntos y juntas, esa parte les pertenece. Aunque está expresado desde mi mirada, es un libro que les pertenece también a todos quienes hicieron parte de esta experiencia, los que están nombrados, los que no están nombrados, con los que tuve profundos encuentros y también profundos desencuentros, esto es para mí el sentido de vivir.

Vivir se trata de caminar con otros y otras en el consenso, a veces en el disenso pero de seguir en esta perspectiva de encontrar un algo mejor”.

Foto: Archivo

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