Acoger al hermano musulmán, responsabilidad de cada parroquia en la Diócesis de Cádiz y Ceuta

Muejeres subsaharianas inmigrantes frontera Tarifa

Nada más producirse el ataque contra dos iglesias por parte de un presunto islamista en Algeciras, el miércoles 25 de enero a las siete y media de la tarde, el miedo recorrió la ciudad gaditana. También en las parroquias, como en la de Nuestra Señora del Carmen, situada a escasos metros de la de Nuestra Señora de La Palma, ante la que fue fue asesinado en plena calle el sacristán Diego Valencia. Como relata el párroco, Sante Zanetti, ese “primer impacto” les llegó precisamente en un día y en una hora en la que la comunidad estaba “completamente llena”, habiendo catequesis y encuentros de varios grupos.



Zanetti, religioso scalabriniano italiano que, desde hace año y medio, también es el responsable del Secretariado Diocesano de Migraciones, apela a la pedagogía: “En algunas personas, aunque fueran una minoría, sí surgió un sentimiento de rechazo hacia los musulmanes. De ahí que viera importante contrarrestar el terror con el diálogo, charlando todos tranquilamente”.

Sin ningún tipo de distinción

De hecho, en sus mismos salones parroquiales, donde dan clases de castellano a cuatro grupos de migrantes, “hubo una mujer, musulmana, que me reconoció que al día siguiente estuvo a punto de no venir por si sentirían algún tipo de rechazo. Pero enseguida me dijo que tuvo claro que debía venir, pues con nosotros siempre se ha sentido acogida. Un sentimiento en el que son claves nuestros profesores, voluntarios que hacen un gran trabajo a la hora de transmitir esa fraternidad, pues aquí no miramos por nacionalidades o credos. Simplemente, somos una casa abierta a las personas que tienen necesidad”.

Otro momento importante en esas primeras horas se dio “cuando me llamó el imán local, Mohamed Mez, manifestando su dolor y su solidaridad. ‘No somos nosotros’, me aseguró, dejando claro que el asesino no les representaba. El imán, con el que hemos coincidido en diferentes ocasiones, es alguien comprometido con la integración, apostando por un presente y un futuro de colaboración”.

Vigilia interreligiosa anual

En este sentido, es significativa la vigilia interreligiosa por los migrantes fallecidos en el mar que, una vez al año, celebran la Delegación de Migraciones de Cádiz y Ceuta, con la participación de la comunidad musulmana. Encuentro que suele ser en la playa de Tarifa, donde llegan exhaustos tantos migrantes en patera que tratan a la desesperada de cruzar el Estrecho. Un sueño que, tristemente, a veces se traduce en la muerte de muchas personas que dejaron atrás su hogar en el propio Marruecos o en distintos países subsaharianos, siendo bastantes de ellos musulmanes. De ahí la simbología de un encuentro anual “en el que están el obispo y el imán y donde se leen pasajes de la Biblia y el Corán”. Un rezo conjunto que, para Zanetti, “además de ser un bello momento, es el punto de partida para lo que viene después: el encuentro y la colaboración”.

En el día a día, el Secretariado Diocesano de Migraciones despliega una acción incansable a lo largo de distintos enclaves. Así, “un referente clave de nuestra acción es la fundación Centro Tierra de Todos, que impulsara mi predecesor, el sacerdote Gabriel Delgado, fallecido al poco de llegar yo y quien ha sido un ejemplo. Desde Cádiz capital impulsa numerosos cursos de formación y encuentros. También forma parte de la pastoral migrante la Asociación Cardijn, con la que damos acogida en el Hogar Tartessos a unos 25 migrantes que salen del CIE o que carecen de recursos. Además del recurso en materia de vivienda, les ofrecemos formación laboral y en idiomas para que tengan más fácil su posterior integración y autonomía”.

Unos 60 voluntarios comprometidos

En las localidades de Conil, Ceuta y en la propia Algeciras cuentan, respectivamente, con otros centros y con la presencia de unas trabajadoras sociales que prestan un apoyo indispensable a muchos migrantes. Una ingente labor protagonizada “por unos 60 voluntarios, todos laicos y de los que una veintena se vuelcan a tiempo prácticamente completo”. Su implicación es tal que, asegura Zanetti, “cuando me propusieron asumir este reto, si me animé fue porque sabía que estaba ante un equipo muy dinámico y en el que ya estaban las bases puestas, por lo que ni mucho menos partíamos de cero”.

Con todo, el delegado de Migraciones tiene una gran aspiración: “Que nuestro compromiso con estos hermanos, llegados de fuera y que en muchos casos son musulmanes, no sea solo algo propio o específico de nuestro equipo, sino de todas las parroquias de la diócesis. Hemos de tratar que cada comunidad asuma esta realidad con naturalidad en su propio ámbito local. Así, al igual que en nuestras parroquias contamos con grupos de catequesis o de encuentros de adultos, también hemos de estar pendientes de abrirnos a las personas migrantes de nuestro entorno, que nos pueden necesitar y que pueden aportar mucho a nuestra sociedad. La mejor respuesta es sin duda la concreta, la local. Puesto que en cada comunidad hay necesidades particulares y personas con situaciones diferentes, hemos de adaptar nuestra respuesta a cada contexto”. En definitiva, “se trata de pasar de lo extraordinario a lo ordinario”.

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