Todo lo que necesitas saber sobre el juicio vaticano que sienta en el banquillo al cardenal Becciu

Se reanuda el proceso por malversación y fraude en el uso de los fondos reservados de la Secretaría de Estado

En la sala multiusos preparada en los Museos Vaticanos todo está preparado para la segunda sesión de juicio del conocido como Vatileaks 3 sobre las finanzas de la Secretaría de Estado. Tras la primera vista, el pasado 27 de julio, comienzan los interrogatorios en un proceso en el que se sientan en la banquillo 10 acusados y se analizará la documentación de diferentes empresas y fondos de inversión vinculadas a la oficina principal de la Curia Romana. Hasta ahora el juicio ha comenzado con gran parte de los acusados sin presentarse ante la justicia vaticana y el diferente punto de vista entre el promotor de Justicia del Vaticano –el órgano equivalente a la Fiscalía– Gian Piero Milano, y el presidente del tribunal Giuseppe Pignatone, sobre el acceso de los abogados a las grabaciones sobre las declaraciones del testigo estrella de la fiscalía, el sacerdote Alberto Perlasca.



“Estoy sereno, me siento tranquilo en mi conciencia, confío en que los jueces verán los hechos y mi gran esperanza es que reconozcan mi inocencia”, señaló Becciu tras la primera sesión mientras apelaba a su obediencia la Papa. Él ha defendido su “inocencia de toda acusación”. Mientras, solo el Excardenal y el que fuera su secretario, el sacerdote Mauro Carlino, fueron los únicos en presentarse siendo declarados en rebeldía todos los demás, a excepción de Gianluigi Torzi, que no puede salir del Reino Unido.

¿Quiénes son los 10 acusados?

Además de algunas empresas que forman parte de una red de desvío de fondos y comisiones, finalmente han sido convocados 10 acusados:

  • El sacerdote Mauro Carlino, antiguo secretario del cardenal Angelo Becciu cuando era Sustituto de la Secretaría de Estado.
  • Enrico Crasso, gestor de las inversiones de la Secretaría de Estado durante décadas
  • Tommaso di Ruzza, exdirector de la AIF, la Autoridad de Supervisión Financiera
  • Cecilia Marogna, conocida como la ‘dama’ del cardenal Becciu, que recibió considerables sumas de la Secretaría de Estado para llevar a cabo acciones de inteligencia
  • Raffaele Mincione, financiero que convenció a la Secretaría de Estado para la del edificio del 60 Sloane Avenue en Londres y que luego utilizó el dinero en inversiones opacas
  • Gianluigi Torzi, financiero que se ofreció a romper las relaciones con el fondo de Mincione a cambio de 15 millones de euros
  • Nicola Squillace, abogado implicado en las negociaciones para que Torzi sustituyera a Mincione
  • Fabrizio Tirabassi, funcionario de la Oficina Administrativa de la Secretaría de Estado que también cobraba comisiones de bancos suizos
  • René Brülhart, expresidente de la AIF
  • Excardenal Angelo Becciu, por su actuación como sustituto de la Secretaría de Estado

Un edificio de lujo en Londres

La compra de un gran edificio en el número 60 de la avenida Sloane de Londres es lo que mayores fondos se ha llevado de todo lo investigado.  A través de unos fondos de inversión se pagaron en 2014 200 millones y medio de dólares procedentes del Óbolo de San Pedro gracias a la intervención de Raffaele Mincione –introducido en el Vaticano por Enrico Crasso, que llevaba muchos años gestionando los fondos de la Secretaría de Estado sin hasta el momento hacer inversiones de riesgo– y que era el gestor del fondo y cobraba con “generosas comisiones” de, al menos 78 millones de euros , según el promotor. Para la acusación, la actuación de Mincione –a través de hasta siete sociedades suyas– en este tema es claramente una “gran estafa”.

En 2018, la Secretaría de Estado intenta desacerase de Mincione y el edificio y recurre a Gianluigi Torzi –figura emergente para el Vaticano– estableciendo el pago de más de 46 millones y medio de euros a Mincione-  Torzi recibe un bonus de 15 millones de euros por recuperar para el Vaticano la propiedad –algo que no llega a ser así del todo–. Se llegaron a pagar casi 47 millones de euros –lo equivalente a 40 millones de libras– gracias un mecanismo en el que se iba cambiando la valoración del inmueble beneficiando a los conseguidores que malversaban los fondos, siempre según la investigación del promotor. Los episodios de extorsión serían una constante con Torzi a la cabeza.

La cuestión del edificio de Londresha destapado que los acusados que se llevaban sumas de dinero a través de diferentes tapaderas. Ahí surge Tirabassi, uno de los hombres de confianza de Becciu, que estaba en nómina de los fondos de Mincione y que srecibía una comisión directa del banco suizo USB y del Credit Suisse por traer inversiones vaticanas. Tirabassi y Crasso además de dinero, blanqueaban las propuestas de Mincione primero y después de Torzi en la Secretaría de Estado.

Fallos de supervisión

No se puede olvidar que el Vaticano cuenta con la AIF (Autoridad de Supervisión Financiera de la Santa Sede), presidida entontes por René Brülhart y con Tommaso Di Ruzza como director. Para el tribunal este ente “ha descuidado las anomalías de la operación de Londres” y en su labor de supervisión han fallado.“El comportamiento de la AIF, a través de su director y su presidente, ha vulnerado gravemente las normas básicas que regulan la supervisión precisamente porque, gracias a las intervenciones que se han descrito, fue posible atribuir una credibilidad a un pago que todos –nadie excluido– sabían que no era debido”, señala el informe detallando facturas falsas o sin IVA, créditos del IOR u operaciones con gente fallecida.

A esto se suma el papel concreto de Angelo Becciu como Sustituto de la Secretaría de Estado. Perlasca relata la primera vez que le pide hacer un ingreso de 100.000 euros a la cooperativa de fabricación de cerveza en su Cerdeña natal apelando a la pobreza de la zona o los trabajadores que dependen de ella, pero sin mencionar que era de su hermano –acabarían siendo 225.000 euros en total los “fondos distraídos” a este fin; más 600.000 euros de la Conferencia Episcopal Italiana con la complicidad de la diócesis de Ozieri–. Este trámite se hará a través de la Cáritas local para así justificarlo como un gasto del Óbolo como parte de la caridad del Papa. A esto seguirían otros desvíos a través de conocidos y familiares –o los pagos a la italiana Cecilia Marogna y su empresa Logsic Humanitarne Dejavosti D.O.O. para operaciones de inteligencia– y deberá demostrarse la intervención en el proceso del edificio de Londres gracias al testimonio de Perlasca.

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