Augusto Zampini: “La pandemia no puede afrontarse solo con las reglas del mercado”

Secretario adjunto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral y coordinador de la la comisión creada por el papa Francisco para afrontar la pandemia

“Este virus no tiene límites sociales y tampoco debe tenerlos la vacuna”. El sacerdote argentino Augusto Zampini, secretario adjunto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral y coordinador de la la comisión creada por el papa Francisco para afrontar la pandemia, pide que la campaña de vacunación contra el Covid-19 sea “accesible para todos” y propone aprovechar la actual crisis sanitaria para conseguir un profundo cambio social. “El coronavirus no puede afrontarse solo con las reglas del mercado”, advierte.



PREGUNTA.- ¿En qué punto está el trabajo de la comisión?

RESPUESTA.- La comisión trabaja a tiempo completo en diversas etapas, elaborando informes para el Papa, las Iglesias locales y el mundo sobre temas ecológicos, de salud y acerca de las interconexiones que genera esta crisis. Se trata de responder a toda la gente que se ha quedado sin protección laboral debido al confinamiento y a las dificultades económicas generadas por la pandemia. Hemos trabajado en la cuestión de la dignidad laboral y en el tipo de empleos que se necesitan hoy. ¿Cómo debemos responder a esta realidad? ¿Se puede volver a los trabajos de antes de la crisis?…

P.- Parece que en algunos sectores no será posible. ¿Cuál es entonces el camino?

R.- Es el momento de generar los trabajos del mañana, partiendo de nuevas estructuras que defiendan el bien común. Deben ser estructuras sociales no individualistas ni nacionalistas, basadas de verdad en el bien común, para que las personas salgan de esta crisis más interconectadas. Aquí entra el tema de la vacuna, que debe ser accesible para todos.

Para ello, debemos ver quién pone el dinero para su desarrollo, cómo se produce y se distribuye. Tiene que ser un proceso ético. Más del 70% de la inversión es pública, por lo que la mayor parte del riesgo lo asumen los propios ciudadanos. La vacuna, por tanto, debe considerarse un bien común. Es cierto que precisa de un cierto retorno financiero, pero la innovación en salud va ligada al bien común.

Vacuna sin límites

P.- Pero si un país ha pagado la investigación y la producción de una vacuna, ¿qué debe motivarle para cederla a otra nación?

R.- También han puesto mucho dinero la Organización Mundial de la Salud y otras instituciones internacionales. Este virus no tiene límites sociales y tampoco debe tenerlos la vacuna. Quienes hayan invertido van a ganar dinero, pero no hay que olvidar que la mayor parte de los fondos son públicos. Con la pandemia ha despertado un nuevo modelo de economía, que no es capitalismo ni tampoco comunismo. El Estado debe asumir más riesgos en diversos sectores, pero también ofrecer ganancias para la gente. Es algo en lo que estamos trabajando. La pandemia no puede afrontarse solo con las reglas del mercado, es algo que las supera.

P.- La comisión vaticana trabaja en la promoción de la paz y la seguridad para lograr una nueva solidaridad universal. ¿Cómo es la labor que realizan en esta línea?

R.- Es un pilar para el futuro. No se puede pensar que los políticos tienen la culpa de todo ni que vamos a salir de la actual crisis sin una buena política. Hace falta paz y buena gobernanza. Si estamos todos peleados, no saldremos de esta. Trabajamos para promover una nueva solidaridad universal, como pide el Papa. También para lograr unos sistemas sociales que revisen la relación que mantienen con la naturaleza. Si están desconectados del medio ambiente, llevan a la destrucción. Eso es la ecología integral. Hace falta establecer una nueva relación con la naturaleza.

Han surgido propuestas maravillosas en el campo de la educación, la administración de tierras o los alimentos. Trabajamos en esa línea con varias agencias de la ONU. Es una labor enfocada al largo plazo, pues cambiar de raíz no es fácil. Para ello, hace falta una relación profunda con los valores de cada uno. No puedo cambiar solo porque me lo digan los científicos o los políticos, hace falta que la decisión salga de mis entrañas, que esté conectada con los valores espirituales, de donde puedo sacar la fuerza necesaria para afrontar las dificultades que conllevan los cambios. La espiritualidad católica puede ayudar mucho.

P.- ¿Y cómo llevar a la práctica estas propuestas?

R.- La comisión no es autorreferencial y cuenta con una ventaja muy grande, al trabajar con las Iglesias locales uno de los grupos en que está dividida. Nuestras últimas etapas consisten precisamente en el desarrollo y la implementación de los programas. Queremos comunicar con todas las Iglesias locales por medio de charlas con los obispos y congregaciones religiosas, creando además grupos de trabajo locales en África, Asia y América Latina. Las Iglesias locales son un canal muy fuerte.

En segundo lugar, también hay que tener en cuenta la influencia que se puede lograr por medio de la Secretaría de Estado vaticana en las conversaciones bilaterales con otros países, los discursos en organizaciones internacionales y el diálogo con líderes sociales, empresariales, religiosos, sindicales o populares. Queremos ofrecerles materiales para que puedan tomar decisiones con una mirada hacia la paz, el bien común, la dignidad, el trabajo y la protección de la naturaleza. Hacemos mesas de diálogo con consejeros delegados de grandes empresas y organizaciones sociales y académicas.

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