El papa Francisco recuerda en el ángelus el asedio al Capitolio y pide por la reconciliación en Estados Unidos

El papa Francisco ha dirigido sus oraciones en el ángelus de hoy, 10 de enero, hacia los Estados Unidos. En especial “por quienes han perdido la vida” en el asalto al Capitolio de esta semana. “La violencia es autodestructiva siempre y mucho se pierde”, ha recordado.



“Exhorto a las autoridades del Estado y a toda la población a mantener un alto sentido de la responsabilidad, con el fin de calmar los ánimos, volver a la reconciliación nacional y tutelar los valores democráticos radicados en la sociedad”, ha subrayado.

Este domingo, en el que se celebra el bautismo de Jesús, el Papa debería haber bautizado a varios niños en la Capilla Sixtina, como es habitual que haga cada año. Sin embargo, a causa de la pandemia no ha sido posible, y ha recordado a estos pequeños así como a “sus padres y padrinos”, deseando que puedan, pronto, recibir el sacramento.

La liturgia del bautismo

En cuanto a la liturgia de hoy, Francisco ha señalado que “nos hace dar un salto de unos 30 años”, desde el pasado domingo, día de la Epifanía. “De ellos sabemos una cosa: fueron años de vida en familia, algunos de ellos en Egipto como migrante para huir de la persecución de Herodes, y otros en Nazaret, aprendiendo el oficio de José. En familia, obedeciendo, estudiando, trabajando”, ha explicado.

“Impresiona que la mayor parte de su vida el Señor la haya pasado así, sin aparecer”, ha continuado Francisco. “Pensemos que, según los evangelios, fueron tres los años de predicación, milagros… Todos los otros, de vida escondida en familia. Es un bonito mensaje para nosotros: nos revela la grandeza de lo cotidiano, la importancia a los ojos de Dios de cada gesto del día a día, también el más sencillo y escondido”.

Después de esos 30 años empieza la vida pública de Jesús con su bautismo en el río Jordán. Pero, “Jesús es Dios, ¿por qué se hace bautizar?”, ha preguntado Francisco. “El bautismo de Juan consistía en un signo penitencial, en un signo de la voluntad de convertirse y ser mejor, pidiendo perdón por los propios pecados. Jesús, ciertamente, no lo necesitaba. De hecho, Juan trata de oponerse, pero Jesús insiste. Porque quiere estar con los pecadores. Se pone en la fila con ellos, y cumple con ellos el mismo gesto. Y lo hace con la actitud del pueblo: se acercaban con el alma vacía y los pies descalzos”, ha explicado.

Salvados gratuitamente

Así, “Jesús baja al río para sumergirse en nuestra misma condición”. De hecho, el Papa ha señalado que “bautismo significa  ‘inmersión'” y, “el primer día de su ministerio, Jesús nos dice que no nos salva él desde lo alto, con una decisión soberana, un acto de fuerza o un decreto”, sino “viniendo a nuestro encuentro y tomando consigo nuestros pecados”. “Es así como Dios vence el mal del mundo: bajando y haciéndose cargo”, ha añadido. “Esta es también la forma en la que nosotros podemos levantar a los otros, no juzgando, no insinuando qué hacer, sino haciéndonos cercanos, compartiendo el amor de Dios”, porque “la cercanía es el estilo de Dios”.

“Después de este gesto de Jesús, ocurre una cosa extraordinaria: los cielos se abren y se desvela la Trinidad”, ha apuntado Francisco. “El Espíritu Santo se manifiesta en forma de paloma, y Dios dice: ‘tú eres mi hijo, el amado’. No debemos olvidar que Dios se manifiesta cuando aparece la misericordia, cuando Jesús se hace siervo de los pecadores. El amor llama al amor. Vale también para nosotros, en cada gesto de servicio, en cada obra de misericordia que realizamos”.

Por último, el Papa ha recordado que “hemos sido salvados gratuitamente. Sacramentalmente esto se hace el día de nuestro bautismo. Pero aquellos que no son bautizados reciben también la misericordia de Dios, pues él espera que se abran las puertas de los corazones, se acerca”. “Me permito afirmar que los acaricia”, ha dicho.

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