El Vaticano propone dedicar los recursos de la carrera armamentística a la seguridad alimentaria, sanitaria y laboral

En 2019 el gasto militar alcanzó un máximo histórico: 1,9 billones de dólares estadounidenses, una cifra que supera con creces la de los años de la Guerra Fría y que supone unas 300 veces el presupuesto de la Organización Mundial de la Salud (OMS). “¿Para qué sirven los arsenales si un puñado de personas infectadas es suficiente para propagar la epidemia y causar muchas víctimas?” Es una de las preguntas abiertas que planteó este martes Alessandra Smerilli, coordinadora del grupo de trabajo sobre economía de la Comisión Vaticana para el Covid-19.

Esta salesiana italiana, que es consejera del Estado de la Ciudad del Vaticano y profesora de economía política en la Facultad Pontificia de Ciencias de la Educación Auxilium, fue una de las ponentes en la conferencia de prensa celebrada en la Sala de Prensa de la Santa Sede con el título ‘Preparar el futuro, construir la paz en el tiempo de la Covid-19’.



“¿Y si en lugar de hacer la carrera de armamentos, ‘corremos’ hacia la seguridad alimentaria, sanitaria y laboral? ¿Qué están pidiendo los ciudadanos en este momento? ¿Necesitan un estado militar fuerte, o un estado que invierta en bienes comunes? ¿Tiene sentido seguir haciendo inversiones masivas en armas si no se pueden salvar vidas humanas porque no hay un sistema de salud adecuado?”, planteó Smerilli, que invitó a hacer una reflexión para entender “hacia dónde dirigir los recursos financieros durante este cambio de paradigma”. En la situación provocada por el coronavirus, “la primera seguridad es la de la salud y el bienestar”.

Autolimitación

La religiosa salesiana denunció cómo la carrera armamentística entre los países genera un círculo vicioso que solo se termina cuando hay una “voluntad colectiva de autolimitación”. Por ello pidió a los líderes políticos que sean “valientes” para demostrar “que creen en el bien común” y que se comprometen “a garantizar lo que más” se precisa hoy en día. “Necesitamos un pacto colectivo para dirigir los recursos para la seguridad y el bienestar de la salud”, insistió Smerilli.

El cardenal ghanés Peter Turkson, prefecto del dicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano Integral y presidente d ella Comisión Vaticana para el Covid-19, destacó por su parte que el llamamiento a la paz que propone la Iglesia católica no es solo una invitación a limitar la producción de armamento. “También pretendemos que haya relaciones pacíficas entre las personas para salir de este círculo vicioso”, dijo Turkson, denunciando cómo los niveles de violencia han aumentado en diversos ámbitos debido a la pandemia.

Globalización de la solidaridad

“No puede haber sanación verdadera si no hay paz. La reducción de los conflictos es la única posibilidad de reducir las injusticias y las desigualdades”, insistió el purpurado, para el que la conexión entre la crisis sanitaria, socioeconómica y ecológica demuestra la “urgente necesidad de una globalización de la solidaridad”.

En la conferencia también participó Alessio Pecorario, coordinador del grupo de trabajo sobre seguridad de la Comisión Vaticana para el Covid-19. Destacó cómo los suministros médicos, la seguridad alimentaria y la reactivación económica centrada en la justicia social y la economía ecológica “requieren recursos que pueden desviarse del sector militar en el contexto de un renovado control de armas”. Para alcanzar la seguridad internacional, subrayó, “la seguridad alimentaria es el primer y fundamental” escalón.

Noticias relacionadas
Compartir