Turkson alerta contra la estigmatización de los contagiados de coronavirus: “La enfermedad no conoce color de piel”

El cardenal Peter Turkson, prefecto de la Congregación para el Desarrollo Humano Integral Ghana

“Estamos viviendo días de gran preocupación y creciente inquietud, días en los que la fragilidad humana y la vulnerabilidad de la supuesta seguridad en la técnica se ven socavadas”. Con estas palabras comienza el cardenal Peter Turkson, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral,  su mensaje con motivo de la epidemia causada por el coronavirus. Una situación ante la cual “se están doblegando todas las actividades más significativas”.



Por este motivo, Turkson ha subrayado en su mensaje que el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral “desea unirse a la voz del Santo Padre, renovando así la cercanía de la Iglesia, en la animación de la pastoral de la salud, a todos los que sufren a causa del contagio de COVID-19, a las víctimas y sus familias, así como a todos los trabajadores de la salud, comprometidos en primera línea, que ponen toda su energía en la atención y el alivio de los afectados”.

“Pensando particularmente en los países más afectados por el contagio”, continúa, “nos unimos, recordándolos en nuestras oraciones, a la labor de las autoridades civiles, los voluntarios y los que se han comprometido a detener el contagio y a evitar el riesgo para la salud pública y el creciente temor que esta epidemia desenfrenada está generando”. Del mismo modo, desde el Dicasterio han querido alentar “a las estructuras y organizaciones sanitarias laicas y católicas, nacionales e internacionales”, a que continúen ofreciendo sinérgicamente “la asistencia necesaria a las personas y poblaciones, así como a que pongan en práctica todos los esfuerzos indispensables para encontrar una solución a la nueva epidemia”.

Fortalecer la solidaridad

Asimismo, Turkson ha señalado que “tanto el Santo Padre como varios jefes de Estado se han mostrado solidarios con los países más afectados, donando productos médicos y sanitarios y ayuda financiera”, y espera que “todos puedan continuar esta labor de apoyo, porque ante una emergencia de este tipo muchas naciones, especialmente las que tienen sistemas de salud débiles, se verán abrumadas por los efectos del virus y no podrán hacer frente a las demandas de atención y proximidad a sus naciones”.

Por ello, esta crisis ha de convertirse en un momento para “fortalecer la solidaridad y la cercanía entre los Estados”, así como “la amistad entre los personas”. “Es el momento de promover la solidaridad internacional para compartir instrumentos y recursos”, recalca el purpurado, preocupado porque la incidencia del virus, “como cualquier situación de emergencia”, haya evidenciado “aún más las graves desigualdades que caracterizan a nuestros sistemas socioeconómicos”.

“Para cada persona, creyente o no creyente”, continúa, “es un tiempo propicio para comprender el valor de la fraternidad, de estar unidos unos a otros de manera indisoluble”. Pero el valor de la solidaridad “también necesita ser encarnado”, y por ello anima a pensar en “el vecino de casa, en el compañero de oficina, en el amigo de la escuela, pero sobre todo en los médicos y enfermeras que se arriesgan a la contaminación e infección para salvar a los contagiados”. Todos ellos trabajadores que “viven y nos muestran el significado del misterio de la Pascua: donación y servicio”.

El triunfo de la esperanza

“Que los esfuerzos realizados para contener la propagación del coronavirus se acompañen del compromiso de cada fiel por el bien mayor: la reconquista de la vida, la derrota del miedo, el triunfo de la esperanza”, asevera Turkson. “Así que recemos a Dios Padre para que acreciente nuestra fe, para que ayude a los enfermos en la sanación y para que sostenga a los trabajadores de la salud en su misión”, concluye, animando a los cristianos a esforzarse “por evitar la estigmatización de los afectados”, ya que “la enfermedad no conoce límites ni color de piel; en cambio, habla el mismo idioma”.

“A las autoridades políticas y económicas pedimos que no descuiden la justicia social y el apoyo a la economía y a la investigación, ahora que el virus está creando, lamentablemente, una nueva crisis económica”, señala, pidiendo “al Espíritu Santo que ilumine los esfuerzos de los científicos, de los trabajadores de la salud y de los gobernantes, y confiamos todas las poblaciones afectadas por el contagio a la intercesión de la Virgen María, Madre de la humanidad.”

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