El papa Francisco ha recibido en el Vaticano hoy, 30 de septiembre, a las Delegaciones de Institutos Misioneros de fundación italiana. “Los hombres y mujeres de hoy, en Italia y en el mundo, necesitan ver a personas que tienen en sus corazones la alegría del Resucitado”, ha dicho el Papa a los presentes, en una cita que coincide con la víspera del inicio de la celebración del Mes Misionero Extraordinario, preparado para este mes de octubre con el lema ‘Bautizados y enviados’.
“El hecho de reunirnos en la víspera del Mes Misionero Extraordinario lo considero providencial, porque nos permite reflexionar juntos sobre la misión y, sobre todo, invocar la gracia de Dios en ella”, ha apuntado el Papa, quien ha animado a los misioneros a no tener miedo de “testificar a Jesús aun cuando sea inconveniente”, porque “Él sabrá cómo encontrar la manera de hacer que esa pequeña semilla eche raíces”. “Su nombre pronunciado con amor por una misionera o un misionero, gradualmente se transformará en una planta de fe sólida en cuya sombra muchos podrán descansar”, ha subrayado.
Además, Francisco ha afirmado que la Iglesia italiana también tiene necesidad del “testimonio, entusiasmo y coraje” de los misioneros para “tomar nuevos caminos para proclamar el Evangelio”. “Necesita darse cuenta de que personas, hasta ahora distantes, han venido a vivir a nuestros países” y, ante esto, es necesario “redescubrir la fascinante aventura de acercarse, de hacerse amigos, de acogerse y ayudarse”. Y esta actitud concierne a todos: “sacerdotes, personas consagradas y fieles laicos”.
Entregarse totalmente
Francisco ha definido al misionero como una persona que “vive el coraje del Evangelio sin demasiados cálculos”, a veces incluso yendo “más allá del sentido común porque se siente impulsado por la confianza depositada exclusivamente en Jesús”. Así, el Papa ha señalado la necesidad de “redescubrir la mística de la misión y su extraordinaria belleza”, que nace de “una sed de comunión con Cristo a través del testimonio que los fundadores y fundadoras vivieron” y fue esencial para animar a los misioneros a “entregarse totalmente”.
“También en esto”, ha añadido el Papa, “la Virgen María es una maestra: la que, inmediatamente después de haber concebido a Jesús, se fue a toda prisa para ayudar a su prima Isabel; y entonces trajo a Jesús a esa casa, a esa familia, y al mismo tiempo lo trajo al pueblo de Israel y lo trajo al mundo”.
“Mantener vivo al pueblo de Dios”
Francisco ha confesado durante su discurso que le llamó la atención que los misioneros repitiesen la frase ‘somos misioneros y misioneros ad gentes … ad extra … ad vitam’. “Lo decís sin triunfalismo y con una sensación de desafío”, ha dicho, ya que, de hecho, “en la conciencia de la crisis actual, esta es aceptada como una oportunidad para el discernimiento, la conversión y la renovación”.
Del mismo modo, ha recalcado la importancia de la colaboración entre los distintos institutos para “ayudar a mantener vivo al pueblo de Dios”, pero también para “ayudarlo a recordar que la misión no es un trabajo individual, sino comunal, fraternal, compartido”. Además, ha apuntado que la Iglesia debe ser consciente de que la misión “no es unidireccional, desde Europa hasta el resto del mundo, sino que vive en un intercambio, ahora mucho más evidente, pero debe entenderse como un valor , un signo de los tiempos”.
“Hoy la mayoría de las vocaciones sacerdotales y religiosas surgen en territorios que anteriormente solo recibían misioneros”, ha subrayado el Papa. Este hecho, si bien “aumenta el sentido de gratitud” de la Iglesia, “constituye un desafío en cuanto a la comunión y la formación”, pero es un “desafío ser aceptado sin temor, con confianza en el Espíritu Santo que es el Maestro en la armonización de la diversidad”.
