Rouco se despide

El cardenal cierra su ciclo en Madrid en una “difícil y compleja hora histórica”

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JOSÉ LORENZO | Una mirada agradecida al pasado y de petición de dones para el futuro, en el que se vislumbran nubarrones también para su “queridísima Iglesia Diocesana de Madrid”. Y todo ello presidido por el ansia de comunión. Así se vertebró, el pasado 11 de octubre en la catedral de la Almudena, la homilía de la Misa Estacional en la despedida de la Archidiócesis de Madrid de quien fuera su pastor durante los últimos 20 años, el cardenal Antonio María Rouco Varela.

Recordó el actual administrador apostólico también su ministerio en Santiago de Compostela, donde acogió en 1982 el paso de un Juan Pablo II que, dirigiéndose a toda Europa, invitaba a evangelizar de nuevo a una languideciente Europa aún con raíces cristianas. El entonces obispo auxiliar compostelano quedó “tocado hasta lo más hondo del alma por la fuerza irradiadora de la persona y del mensaje de san Juan Pablo II” y quiso responder, ya en Madrid, “en aquel momento crítico de la historia contemporánea y del mundo”, promoviendo “incansablemente la evangelización en la comunión de la Iglesia”. Por ello, en una catedral llena de fieles, y acompañado por un puñado de obispos, agradeció a Dios el “dinamismo misionero desplegado”, así como haber podido vivir en estas dos décadas su ministerio “en la Comunión de la Iglesia”.

No olvidó tampoco quien ha sido la figura eclesial más destacada en España también en estas dos décadas, en las que ejerció en tres trienios como presidente de la Conferencia Episcopal, pedir a Dios por quien le sucederá en la sede madrileña el próximo día 25, Carlos Osoro, así como por los obispos auxiliares, sacerdotes, diáconos, seminaristas, consagrados y fieles laicos, para que “sigan creciendo en el amor de Cristo, sobrellevándose y perdonándose, dejando que el perdón y la paz de Cristo actúen en sus corazones y así formando un solo cuerpo”.
 

Unidad de mentes y corazones

“No hace falta poseer ningún especial don de profecía –leyó más adelante– para entrever que en el próximo futuro se va a poner a prueba la firmeza y la claridad de nuestra fe en Cristo (…). No debemos arredrarnos ni retroceder en nuestra misión de ser testigos valientes de Jesucristo. Antes bien, habremos de avanzar en la experiencia de la unidad de mentes y corazones”.

En “esta difícil y compleja hora histórica”, el purpurado gallego quiso remarcar que “habrá que orar, y orar mucho, por la Iglesia y sus pastores, por los consagrados y consagradas, por las familias, por los jóvenes y los niños… para que sepamos mantenernos como la ‘luz’ y la ‘sal’ de la tierra, es decir, como testigos de la esperanza verdadera para todos los que sufren en el alma o en el cuerpo: para toda nuestra sociedad tantas veces vacilante, escéptica y deprimida”.

Para afrontar esta situación, Rouco pidió para la Archidiócesis y su nuevo pastor “la sabiduría de anunciar el Evangelio”, y hacerlo “con el impulso y el estilo espiritual y apostólico del ‘Evangelio de la Esperanza’”.

 

Osoro ya diseña el futuro desde Aravaca

Cuando el 25 de octubre Carlos Osoro tome posesión de la Archidiócesis de Madrid, se da por hecho que el cardenal Rouco habrá abandonado ya la residencia episcopal en la calle San Justo por una vivienda que –y no es un detalle menor– estará más lejos de lo inicialmente previsto. Hasta ese día, el arzobispo electo ha estado viviendo en la residencia que las Hermanitas de los Ancianos Desamparados tienen en Aravaca. Hasta ese lugar, a 12 kilómetros del palacio episcopal, han ido llegando algunos sacerdotes de los que Osoro ha recabado impresiones y sugerencias de cara al futuro. De manera ya más oficial, según las fuentes consultadas por Vida Nueva, mantuvo el día 7 una segunda reunión con el Consejo Presbiteral.

Y como muy significativa se está presentando su participación en la jornada que el Instituto Superior de Pastoral de Madrid le dedica el jueves 17 al papa Francisco. Se espera que sea un acto muy concurrido el que albergue esta institución académica vinculada a la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA), que pasó por vicisitudes que pudieron haber comprometido su existencia ante la reducción de alumnos que registró en favor de San Dámaso, la universidad creada por Rouco, y a la que algunos obispos decidieron enviar a sus seminaristas, sacándolos de las aulas de la UPSA o de Comillas.

Mientras tanto, cuando el cardenal ocupa sus días en despedirse de vicarías, consejos y otros organismos, entre los delegados diocesanos se respira ya claramente un clima de fin de ciclo, con un tono distinto al de finales de agosto, cuando se conoció el nombramiento de Osoro. Tras dos años de un funcionamiento ralentizado de las estructuras diocesanas, según las fuentes, el cambio se percibe ahora con franca esperanza.

En el nº 2.913 de Vida Nueva

  • Homilía íntegra de Rouco Varela en su despedida:

Video provided by Archidiócesis de Madrid

© Archidiócesis de Madrid
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