La JMJ, prioritaria para Rouco

El presidente de la CEE reivindica su vigencia pastoral

(José Lorenzo) Hace ya dos años que la preparación para la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que se celebrará este mes de agosto en Madrid ocupa buena parte de las energías no solo del Arzobispado de Madrid, responsable último de su ejecución, sino de la mayoría de las diócesis españolas. Solo el lapso de la breve visita de Benedicto XVI a Santiago y a Barcelona hizo desaparecer de las prioridades inmediatas la de concentrar en la capital de España a un significativo número de jóvenes llegados de los cincos continentes. Por ello, no es extraño que el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela, al inaugurar en su condición de presidente de la Conferencia Episcopal los trabajos de la XCVII Asamblea Plenaria, el pasado día 28, centrase su discurso prácticamente en ese evento, en el que cifra muchas esperanzas.

Se trata, según señaló, “de un instrumento providencial al servicio del empeño misionero de la Iglesia en la evangelización de los jóvenes”, por lo que pidió que los meses que aún restan para su celebración “han de ser un particular tiempo de intensa oración y de disposición espiritual”.

Rouco, que ya organizó en 1989 una de estas jornadas mundiales en Santiago de Compostela, defendió la vigencia de este “procedimiento evangelizador para las generaciones jóvenes”, que, aunque ya no son las de entonces, siguen expuestas “a la influencia desorientadora del relativismo”, como, por ejemplo, con la “atracción de las ‘redes sociales’” que, en su opinión, “propicia un estilo de vida vacío”.

“¿Será, pues, necesario, ante la nueva situación en la que se encuentran los jóvenes del 2011, abandonar el planteamiento pastoral y evangelizador que ha caracterizado a las Jornadas Mundiales de la Juventud?”, se preguntó. “De ningún modo. Más bien es preciso consolidarlo y vivificarlo espiritualmente. No debe quedarnos ninguna duda al respecto: uno de los empeños misioneros más importantes de la Iglesia de comienzos del siglo XXI ha de ser una porfiada evangelización de los jóvenes”, afirmó.

El programa pastoral para estas jornadas será, como señaló el purpurado, “una vez más, netamente cristológico”, y en donde será “vital para el éxito espiritual” que la Palabra de Dios llegue directamente a los jóvenes. “La Jornada ha de ser una gran proclamación y anuncio del ‘Kerygma’ apostólico. Lo cual es tanto más necesario, cuanto que (…) también hoy son muchos los que consideran que la Cruz de Cristo es una necedad y proponen a los jóvenes sus particulares alternativas filosóficas e incluso supuestamente cristológicas, bajo capa de modernidad y cientificidad”, advirtió. “Esas imágenes estorban a la evangelización, porque impiden el encuentro verdadero con Jesús”, afirmó.

Familia, escuela y parroquia

De manera más escueta, el cardenal tocó otros temas en su discurso (que figuraban también en el orden del día de la Plenaria para su estudio), entre ellos, el de “la necesaria colaboración entre la familia, la parroquia y la escuela” para la evangelización de niños y jóvenes, junto con “la cuestión de la verdad del amor humano”.

Sobre la primera, avanzó que se está preparando un documento para establecer “la sinergia” entre estos tres ámbitos educativos, de la que “depende en buena medida el fruto de la acción evangelizadora de la Iglesia en beneficio de los más jóvenes y, en definitiva, de toda la sociedad”. Un documento que, por otra parte, genera ciertos recelos entre la comunidad educativa católica.

Sobre la segunda cuestión, señaló que el tema sería objeto de estudio en esta misma Plenaria con el análisis de otro borrador de documento a cargo de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida. En opinión del presidente de la CEE, hoy la palabra amor “es empleada de mil modos impropios”. Y es que, según afirmó, “la verdad del amor y, en concreto, de amor conyugal, no puede ser ‘creada’ ni por el hombre ni por las leyes”.

El nuncio y la muerte digna

En la inauguración de la Plenaria también tomó la palabra, como es habitual, el nuncio. Renzo Fratini, en una alocución más extensa de lo que solía ser habitual en el representante del Papa, no se anduvo con divagaciones y, ya desde el principio, aprovechó para hacer “una rotunda defensa de la vida desde su concepción hasta su muerte natural”.

En un momento en que se habla de que el Gobierno prepara una ley de muerte digna, Fratini señaló que “solo es digna la muerte natural aceptada personalmente y acompañada por el amor de los demás”.

Asimismo, se refirió a la escuela católica, para la que reivindicó el reconocimiento social que se le debe por sus beneficios para la sociedad, reclamando, además, el derecho de los padres a elegir la educación que quieren para sus hijos.

En el nº 2.744 de Vida Nueva.

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