Ciriaco Benavente: “Nos duelen tantas esperanzas frustradas”

Presidente de la Comisión Episcopal de Migraciones

Ciriaco Benavente obispo de Albacete y presidente Comisión Episcopal Migraciones

FRAN OTERO | Ciriaco Benavente es el obispo de Albacete y el presidente de la Comisión Episcopal de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española. Vida Nueva le entrevista con motivo de la Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado, que se celebra el próximo domingo 20 de enero.

– ¿Está preocupada la Iglesia por la situación de los inmigrantes?

– La Iglesia es muy grande y hay de todo. Pero creo sinceramente que los gozos y esperanzas, las tristezas y angustias de los inmigrantes lo son también de los pastores y de muchos fieles de nuestra Iglesia. Ello no quiere decir que nos sintamos satisfechos del todo o que no se pueda hacer mucho más. Nos alegra ver a muchos inmigrantes relativamente bien integrados en nuestra sociedad; pero nos duele también ver, en otros, tantas esperanzas frustradas… Duele, sobre todo, la situación de quienes no tienen papeles y, a pesar de ello, no quieren volver a su tierra. Aunque no han desaparecido los prejuicios, creo que ha crecido en intensidad y en extensión la sensibilidad ante la realidad de la inmigración y de los inmigrantes. Recuerdo que hace años, cuando el número de inmigrantes rondaba el medio millón, nos preguntábamos, entre el temor y la esperanza, qué pasaría cuando en España fueran varios millones. Comparando los incidentes con los éxitos, el saldo es muy positivo.

– Dicen ustedes, los obispos, en su mensaje, que son los más afectados por la crisis.

– Efectivamente, hace dos años decíamos los obispos que los inmigrantes estaban siendo las primeras víctimas de la crisis. Esa situación se ha ido agravando a medida que la crisis se ha hecho más extensa. Entre los inmigrantes, el paro asciende al 35% , mientras que entre los autóctonos es del 22%.

– ¿Cómo les ayuda la Iglesia a nivel espiritual y material?

– La Iglesia ayuda de mil maneras. Yo mismo me he quedado asombrado al ir conociendo las diferentes y numerosas iniciativas que se realizan en las parroquias, en las Cáritas, por parte de las congregaciones religiosas. No hace mucho, recordando lo que el beato Juan Pablo II decía sobre la parroquia y los inmigrantes, decía yo: “Todo empieza por el gesto sencillo de acoger al otro como hermano. Acoger es escuchar, amar, admirar, respetar, tomar en serio a la persona. Luego vendrán los programas con acciones concretas: atención si fuera necesario a las necesidades de comida, vestido, vivienda (hay cientos de pisos abiertos para acoger a quienes no disponen de cobijo); luego puede venir lo de aprender la lengua, ofrecer bolsas de trabajo, asistencia jurídica, cursos de formación y hasta organización de fiestas en que aflora el genio y la sal de cada pueblo… Vendrán también –no hablo en teoría– los grupos de oración y formación o las acciones explícitamente evangelizadoras para quienes lo desean. Es lo que están intentado hacer, cada día, nuestras parroquias y sus voluntarios.

– Una gran labor…

– Quisiéramos que los inmigrantes encontraran en nuestras parroquias lo que encontraban aquellos “extranjeros en la Diáspora”, a los que va dirigida la primera carta de Pedro. En medio de la opresión política, la explotación económica y la exclusión social, encontraban en la comunidad cristiana la Palabra de esperanza, su familia, el lugar de convivencia en dignidad.

En el nº 2.831 de Vida Nueva.

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