La Iglesia denuncia la desprotección de los inmigrantes

dos policias piden documentación a grupo de varios inmigrantes

El 20 de enero, Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado

dos policias piden documentación a grupo de varios inmigrantes

La Iglesia denuncia la desprotección de los inmigrantes [extracto]

FRAN OTERO | A lo largo de las páginas de esta revista, durante los últimos años, se ha podido comprobar que las condiciones de los inmigrantes que han venido a vivir a España en busca de un lugar mejor ya no son como antaño. Muchos se han quedado sin trabajo y, por ende, sin papeles. Se les sigue recluyendo en los Centros de Internamiento de Inmigrantes (CIE) –una especie de cárcel, tal y como han denunciado numerosas organizaciones– sin haber cometido delito alguno, se les niega la atención sanitaria y se amenaza con perseguir a aquellos que ejerciten la hospitalidad con ellos. Una situación que ha provocado que muchos hayan decidido volver a sus países de origen; otros no pueden.

En este contexto, la Iglesia ha estado muy cerca de los que más sufren, por ejemplo, a través de las Cáritas parroquiales y de instituciones como Pueblos Unidos, de los jesuitas. Dos entidades que son muestra de la dedicación eclesial a los que más lo necesitan. Ofrecen atención básica, formación, asesoramiento… En definitiva, una acogida, un acompañamiento, la dignidad que otros niegan.

A todo esto han sumado manifiestos, acciones públicas, mensajes para defender la dignidad de toda persona humana más allá de su procedencia, raza o lengua. Ahí está la reciente campaña Salvemos la hospitalidad o la nota que difundió Cáritas el pasado 18 de diciembre con motivo del Día Internacional del Migrante. En aquella ocasión, esta institución eclesial decía, y lo sigue manteniendo, que ser inmigrante en España es “un factor de especial vulnerabilidad”, al tiempo que constataba la creciente “limitación de derechos fundamentales”.

También los obispos españoles se han manifestado al respecto, y con motivo de la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, que celebra la Iglesia el 20 de enero, han publicado un mensaje en el que hacen denuncias contundentes: “En un mundo convertido en aldea global (…) y en el que encuentran todas las facilidades de circulación los mercados y el dinero, parece que solo hubiera fronteras para los inmigrantes” o “aquellos que para nuestro padre Dios son los primeros destinatarios de su Reino, son los primeros en estorbar en el reinado materialista del bienestar”.un hombre da tarteras con comida a un grupo de inmigrantes

Peticiones concretas

En este sentido, la Comisión Episcopal de Migraciones, que es el organismo que ha preparado el texto, advierte de la desprotección del derecho a la salud, aboga por medidas alternativas en lo referente a los Centros de Internamiento y por que se favorezca la reagrupación familiar. En definitiva, renuevan la llamada a las autoridades para que “los costes de la crisis no recaigan sobre los inmigrantes”.

Al mismo nivel que la atención social, los obispos colocan la atención y el cuidado de la dimensión religiosa, que es “su tarea más importante y específica”. “No es bueno separar ambas dimensiones, pero tampoco es bueno confundirlas. En la Iglesia todo o casi todo es pastoral, pero junto a la labor social y de promoción que tan admirablemente realizan Cáritas, los institutos de Vida Consagrada o las asociaciones de fieles, la Comisión Episcopal de Migraciones invita a cuidar también la dimensión netamente pastoral, el servicio a la fe, y no solo los servicios que brotan de la fe”.

El deseo que muestran en el mensaje es el de que los bautizados venidos de otros países se puedan encontrar en las parroquias españolas como en su propia casa y que, además, pongan a disposición del resto sus propios carismas y su compromiso. “Es una gracia comprobar cómo ya empiezan los inmigrantes (presbíteros, religiosos y laicos) a participar incluso en puestos de especial responsabilidad en nuestras Iglesias”.

Uniéndose al lema del mensaje de Benedicto XVI para la jornada, Migraciones: peregrinacion de fe y esperanza, los obispos ofrecen su aliento y esperanza a los inmigrantes.

En el nº 2.831 de Vida Nueva.

 

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