Tribuna

Todas somos todas

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Para conmemorar el Día de la Mujer el lunes 8 de marzo, algunas mujeres católicas nos reunimos públicamente a la mañana. Elegimos explícitamente esa hora ya que no queríamos superponer nuestra actividad con el horario de la marcha que se hace habitualmente a las 18 en nuestra ciudad (Neuquén). Porque, entre otras cosas, hay mujeres católicas que eligen ir a la marcha y así lo hacen cada año.



En nuestro encuentro, tal como lo anticipamos a los medios, quisimos recordar a las mujeres fundadoras de este día, las que nos inauguraron en estas luchas por los derechos y la equidad.

Quisimos hacer un homenaje a las mujeres trabajadoras de hoy: las que dejan su vida hoy en salud; las que se pusieron al hombro la educación virtual, las de cada familia; a todas las mujeres de la Diócesis de Neuquén que acompañaron nuestras vidas y a las que caminan hoy trabajando en las comunidades parroquiales. Las que reciben la vida como viene, sin prejuicio de ningún tipo; las que están escuchando a las mujeres en situación de violencia, de calle y con consumos problemáticos.

Como mujeres católicas, quisimos intervenir el espacio de nuestra Iglesia Diocesana, El Cristo de la Hermandad, que nos permite recordar que en esa Cruz están presentes cada una de las mujeres muertas por femicidio.

Quisimos honrar a las mujeres que nos regalaron la posibilidad de celebrar este día por todas las mujeres que a lo largo del camino fueron entregando su vida a la historia de la humanidad y a la historia de la Salvación.

Sin embargo…

Sin embargo, las mujeres que marcharon por la igualdad y los derechos, por la justicia y los femicidios, se dieron permiso para volver a agredirnos, insultarnos y agraviarnos cuando pasaban por la Catedral.  Y esto nos duele porque somos mujeres que podríamos encontrarnos y tender puentes para trabajar en común, con los mismos objetivos comunes, aún a costa del disenso en muchas cuestiones.

Y surgen las preguntas: ¿es justo que haya algunas mujeres que por no ser creyentes agravien a las que piensan o sienten diferente? ¿No se trata justamente de caminar haciendo lo que pregonamos? ¿No hay quien pueda ordenar ideas, pensamientos, sentimientos para que todas sepan que cuando hablan de mujeres violentadas, violadas y muertas, nosotras, las creyentes estamos del mismo lado? ¿Vamos a cambiar la violencia con más violencia? ¿Vamos a sumar violencia a este mundo que ya lo está siendo de maneras indescriptibles?

Y siguen las preguntas. ¿Saben las mujeres que nos repudian que hay miles de mujeres católicas trabajando en los cinco continentes por la equidad, la igualdad, la libertad y la dignidad de las mujeres? De todas. Por el sólo hecho de ser mujeres sufrientes.

Nuestras mujeres católicas están trabajando en hospitales, clínicas, laboratorios, centros de salud. Están vacunando y jugándose la vida. Están en escuelas y colegios, en comunidades donde se recibe a las mujeres tal como vienen, con sus vidas destrozadas.  Trabajan por las infibuladas del África, las apedreadas de medio oriente, las violadas por sus propios maridos una y otra vez, las abusadas, las que quieren abortar o las que eligen no hacerlo, las muertas porque son “propiedad privada”, por las creyentes y las no creyentes.

Agregar violencia

¿Por qué esta necesidad de agregar violencia a la que ya estamos sufriendo en todos los niveles de nuestra sociedad?

Pintadas, insultos, agresiones, bombas de pintura verde. Marcha de una fiesta que no debería ser tal en medio del dolor por los femicidios. Tampoco está presente en la conciencia colectiva quiénes nos regalaron este día con sus muertes.

Queremos encontrarnos de otra manera. Queremos dialogar, porque nosotras no descartamos a nadie y menos a las mujeres, hermanas todas.

Queremos recordar que la palabra sororidad nació en el seno de nuestra Iglesia católica (sorella=hermana) y nos alegra mucho que todas juntas la pongamos en el primer lugar de nuestro lenguaje común.

Queremos estar en los mismos espacios trabajando y gestionando por los mismos dolores y padecimientos propios y ajenos que nos convocan a parir una nueva vida.

Porque para nosotras, todas somos todas.

#MujeresCatólicasNeuquén