Tribuna

Teresa de Lisieux: la “pequeña grandeza” de la santa que se fio

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Estamos ante un texto muy personal del papa Francisco, después de haber escuchado los latidos del alma de santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz: “La confianza, y nada más que la confianza, puede conducirnos al Amor”. ‘C’est la confiance’ es una exhortación apostólica breve, pero incisiva, que nos recuerda que el amor es gratuito y que toda relación con Dios que no vaya en esa dirección, al final nos aleja de Él.



“Y nada más que la confianza”. Por eso, Francisco nos exhorta a la confianza en el amor misericordioso de Dios con motivo del 150º aniversario del nacimiento de esta gran santa. Da cuenta de su corta y significativa vida, y de su reconocimiento como doctora y patrona de las Misiones. El Papa menciona también la canonización de sus padres, san Luis y santa Celia. Una señal para estar atentos y agradecidos a nuestros padres.

Atracción, no imposición

Destaca de ella su profundo amor por Jesús, y que su misión era amarlo y hacerlo amar; y cómo entendía la evangelización como un acto de atracción hacia Jesús, no como una imposición; avanzando juntos, por el “caminito”, ejemplo de sinodalidad, camino de la infancia espiritual, abierto por Jesús a los pequeños y a los pobres… y a todos; el camino de la verdadera alegría. Abandonarse a la voluntad de Dios y acoger el deseo de Jesús de unirse a nosotros en la Eucaristía y habitar en nuestros corazones: “Quédate conmigo como en el sagrario”.

El papa Francisco sostiene una estampa de santa Teresa de Lisieux, durante su encuentro con el equipo de 'Vida Nueva'

El papa Francisco sostiene una estampa de Santa Teresa de Lisieux, durante su encuentro con el equipo de ‘Vida Nueva’

Resulta sobrecogedor el testimonio de ella en medio de la oscuridad y el ateísmo de su tiempo, cuando escribía cómo Jesús había permitido que su alma “se viese invadida por las más densas tinieblas”. Pero su fe y confianza la llevaron a “esperar contra toda esperanza”, depositando su confianza en la victoria de Jesús sobre el mal por medio de su pasión, muerte y resurrección.

Clave del Evangelio

Y el Papa alude al acto de amor (“Jesús, te amo”) como su clave de lectura del Evangelio, que la sumerge en los misterios de la vida de Cristo. Teresa del Niño Jesús ve el amor y la misericordia de Jesús en la historia de María Magdalena.

Vivía el amor en la sencillez y la caridad de las pequeñas cosas de la vida cotidiana y aprendió de la Virgen María que amar es darlo todo, incluso a uno mismo. Ve a María como la más grande del Reino, porque es la más pequeña y cercana a Jesús en su humildad. Y Teresa lo concretó al cuidar a una hermana enferma, prefiriendo ese servicio humilde a las fiestas mundanas.

Amor a la Iglesia

Sobresale en ella su amor hacia la Iglesia. Al leer los capítulos 12 y 13 de la primera carta de san Pablo a los Corintios, se dio cuenta de que su vocación era el amor y que su puesto era ser “el amor en el corazón de la Iglesia”. Luz para nosotros hoy, para no escandalizarnos por los límites y debilidades de los cristianos, y acudir a su corazón ardiente de amor.

No era una teóloga analítica, sino sintética, que nos lleva al centro y a lo más importante. Sigue siendo relevante en la actualidad debido a su “pequeña grandeza”.

Sencillez y abandono

Teresita es una figura que representa la belleza de vivir la vida como un regalo y la radicalidad evangélica en un tiempo de individualismo y obsesión por el poder. Enseña el valor del amor como intercesión y la importancia de cuidar y hacerse cargo del otro. También invita a redescubrir la sencillez, la confianza y el abandono, superando una lógica legalista en la vida cristiana. Teresita está más viva que nunca en la Iglesia, peregrinando con nosotros y esparciendo gracias por su intercesión.

Teresita confiaba en que seguiría haciendo el bien después de la muerte, y lo describía como una “lluvia de rosas”. Así fue y así es. Por eso, el texto papal concluye con una oración pidiendo a Teresita que envíe sus “rosas” y nos ayude a confiar en el amor de Dios.

Gracias, papa Francisco por este regalo. Y gracias, santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, patrona de las Misiones. Ayúdanos y aviva nuestra vocación y llamada misionera y evangelizadora.

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