La Comisión vaticana para la Protección de Menores llama a los nuevos cardenales a ponerse las pilas contra los abusos

“Cada día parece surgir nueva evidencia de abuso, así como de encubrimiento y mal manejo por parte de los líderes de la Iglesia en todo el mundo”, lamenta la organización presidida por el cardenal O’Malley

Tutela Minori Plenaria

“Como Comisión Pontificia para la Protección de los Menores, expresamos nuestro profundo dolor y nuestra inquebrantable solidaridad, ante todo, a las víctimas y supervivientes de tantos crímenes despreciables cometidos en la Iglesia. Cada día parece surgir nueva evidencia de abuso, así como de encubrimiento y mal manejo por parte de los líderes de la Iglesia en todo el mundo. Si bien algunos casos son objeto de una intensa cobertura en los medios de comunicación, otros apenas se conocen (si es que se conocen), lo que deja a innumerables personas sufriendo en silencio”. Con estas duras palabras comienza la Pontificia Comisión para la Protección de Menores un comunicado, hecho público este miércoles, en el que insta a los nuevos cardenales, así como al próximo Sínodo de la Sinodalidad, a dar máxima prioridad a la eliminación de los abusos en la Iglesia.



“Todo abuso implica la angustia y el dolor de una terrible traición, no sólo por parte del abusador, sino por una Iglesia incapaz o incluso renuente a considerar la realidad de sus acciones”, subraya la Comisión, que denuncia, a su vez, que “casos recientes denunciados públicamente señalan deficiencias trágicamente dañinas en las normas”.

“Hace tiempo que deberíamos corregir las fallas en los procedimientos que dejan a las víctimas heridas y en la oscuridad tanto durante como después de que se han decidido los casos. Seguiremos estudiando lo que no funciona y presionando para que se realicen los cambios necesarios para que todos los afectados por estos crímenes atroces tengan acceso a la verdad, la justicia y la reparación”, asevera la Comisión creada por el Papa y dirigida por el cardenal Sean O’Malley.

En este sentido, la Comisión subraya que “cinco años después de la Cumbre sobre la Protección de Menores de 2019, que reunió a líderes de la Iglesia de todo el mundo, persisten profundas frustraciones, especialmente entre quienes buscan justicia por los males que se les han cometido. Nadie debería tener que suplicar justicia en la Iglesia”. “La inaceptable resistencia que persiste apunta a una escandalosa falta de resolución por parte de muchos en la Iglesia, que a menudo se ve agravada por una grave falta de recursos”, asevera.

“Pocos cambios efectivos se pueden lograr en esta área sin la conversión pastoral de los líderes de la Iglesia”, lamenta la Comisión. Por ello, hace un llamado “a todos aquellos en el Sagrado Colegio a recordar a las víctimas y sus familias e incluir como parte de su juramento de fidelidad el compromiso de permanecer firmes en honrar a aquellos afectados por el abuso sexual uniéndonos a ellos en la búsqueda común de la verdad y la justicia. Todos los obispos y superiores religiosos deberían hacerse eco de este compromiso”.

Llamamiento al Sínodo

De esta manera, la Comisión apunta que un momento importante para promover estos esfuerzos se encuentra en la próxima XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. “Pedimos que el abuso sexual en la Iglesia impregne sus debates a medida que abordan la enseñanza, el ministerio, la formación y la gobernanza. Como comunidad de reconciliados, el culto sagrado de la Iglesia también debería encontrar una inclusión y expresión adecuadas de este, el más íntimo de los fracasos de la Iglesia”, asevera.

Si bien a veces puede parecer un conjunto de preguntas desalentadoras, por favor acepten el desafío para poder abordar, de manera integral, la amenaza que representa el abuso sexual a la credibilidad de la Iglesia en el anuncio del Evangelio.

“Instamos a dedicar tiempo y espacio significativos para integrar el testimonio de víctimas/sobrevivientes en su trabajo”, continúa la Comisión. “De hecho, muchos, si no todos, los participantes del Sínodo tienen sus propias experiencias al enfrentar o lidiar con el abuso sexual en la Iglesia, que podrían convertirse en una parte explícita de sus deliberaciones”.

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