Julio Martínez: “La cruz es un símbolo que ninguna ideología puede secuestrar, porque muestra la fuerza del amor incondicional”

El rector de la Universidad Pontificia Comillas ha presidido el acto académico con motivo de la festividad de Santo Tomás de Aquino, día de la Comunidad Universitaria

El rector de la Universidad Pontificia Comillas, Julio Martínez, ha presidido el acto académico con motivo de la festividad de Santo Tomás de Aquino, día de la Comunidad Universitaria, que ha tenido lugar hoy, 28 de enero. Durante su discurso, Martínez ha dirigido sus primeras palabras a dar la bienvenida al nuncio apostólico en España, Bernardito Auza, presente hoy en la celebración de la universidad.



“Una celebración como ésta que cae en plena pandemia no lo tiene nada fácil y aquellos a los que nos toca pronunciar un discurso, tampoco”, ha dicho el rector de Comillas. “Son tiempos recios que parece hubieran cerrado el paso a la alegría, porque nos cercan la enfermedad y la muerte de muchos, entre los cuales contamos a familiares y amigos; está omnipresente la rareza de los modos de relacionarnos y también en muchos lugares reconocemos la destrucción de tejido social y económico que va a ser difícil reconstruir”, ha continuado.

Así, Martínez ha recordado una de las imágenes más impactantes del pasado año: la del papa Francisco en la vacía plaza de San Pedro, bajo la lluvia, el Viernes Santo de 2020. “Todavía resuenan en nosotros las imágenes y palabras del papa Francisco durante el momento extraordinario de oración del 27 de marzo de 2020, desde la Plaza de San Pedro bajo una lluvia torrencial”, ha apuntado.

Salir mejores

“Nunca habíamos visto tan vacía la plaza y acaso nunca había sido tan alta la concentración de sentimientos compartidos por personas de distintos credos, culturas y nacionalidades, unidas en torno a la cruz de Cristo, símbolo universal que no puede ser secuestrado por ningún régimen ni ideología y que incluye y abraza a todas las víctimas de la historia”, ha subrayado. Y es que la cruz es “el símbolo que representa la fuerza débil del amor incondicional e infinito”.

“La insólita y dura experiencia que todos estamos sufriendo, llevó al papa Francisco a decir aquellas inolvidables palabras en aquel abrazo al mundo: ‘Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. […] No podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino solo juntos. Nadie se salva solo’”, ha recordado Martínez.

Así, Francisco abrazado a la cruz aquella tarde diluvial “será una de las imágenes históricas del siglo XXI, como también tiene ya una dimensión histórica y universal la nueva encíclica Fratelli Tutti”. “Una de las preguntas que a lo largo de estos meses se ha ido repitiendo es la de si saldremos mejores de la pandemia”, ha continuado Martínez. Reconociendo que respuestas a esta cuestión “hay para todos los gustos”, ha señalado que, en general, “nos damos cuenta de que solo por el hecho de vivir algo eso no garantiza que uno sea capaz de convertirlo en una oportunidad de mejora vital”.

Peregrinos hacia la transformación

“Gracias a esta dura experiencia”, ha apuntado, “estoy descubriendo lo esencial. Yo creo que tiene que ver con ser capaz de poner la realidad vivida a la luz de la claridad que viene del cielo”. Y es que, tal como ha afirmado Martínez, “hay muchos momentos en la vida de una persona que pueden ofrecer una oportunidad para redescubrir lo esencial de la vida: eso que vemos en la conversión de Ignacio”.

Para el santo esta experiencia “comenzó con la recuperación de la herida y el cierre de los caminos de realización y éxito que hasta ese momento había anhelado, pero encontramos experiencias similares en otras situaciones, como en la pérdida de algún ser querido, la postración de que causa la enfermedad o los fracasos vitales en ámbitos profesionales o afectivos”.

“En cualquier caso”, ha matizado, “cualquier auténtica conversión no se da nunca de golpe y porrazo: normalmente tiene un punto intenso de inflexión, pero requiere el fuego lento para la transformación interior y el cambio profundo de la vida. Tal vez ahí está la razón por la que Ignacio se consideraba a sí mismo más como un peregrino que un convertido que hubiera alcanzado la meta”.

“Que a cada uno esta celebración nos sirva para hacer la revisión que necesitamos ante esta pandemia y sus males”, ha deseado Martínez, “y nos lleve a apostar por lo esencial, a mejorar nuestra actitud de servicio y a celebrar agradecidamente los talentos que hemos recibido”.

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