El cardenal Semeraro en San Dámaso: “El estado virtuoso es la condición natural de la vida humana”

El purpurado ha centrado su discurso de apertura del curso ‘Las Causas de los Santos’ en el ejercicio heroico de las virtudes según Santo Tomás de Aquino

Semeraro San Dámaso

La Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Eclesiástica San Dámaso (UESD) ha organizado una nueva edición del curso ‘Las Causas de los Santos’ en colaboración con la Oficina para las Causas de los Santos de la Conferencia Episcopal Española y patrocinado por el Dicasterio de las Causas de los Santos de la Santa Sede.



La presentación del curso 2023/2024 y la lección inaugural del mismo ha tenido lugar este miércoles, 4 de octubre, en la Sala de Grados de la UESD con la presencia del cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio de las Causas de los Santos, quien ha centrado su discurso en el ejercicio heroico de las virtudes según Santo Tomás de Aquino.

“Según Santo Tomás de Aquino, la perfección de la vida humana radica en el ejercicio de las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Estas virtudes están interconectadas y no pueden separarse, ya que el amor solo puede ser recto cuando la esperanza se dirige hacia el fin último, y esto solo es posible cuando se conoce la verdad”, ha señalado Semeraro.

“Cuando se aplica al ejercicio de las virtudes en el contexto de una beatificación y canonización, esto significa que cuando se investiga la espiritualidad de una persona humana, no se pueden ignorar las leyes de su naturaleza, ya que la relación con Dios está arraigada en el propio ser del hombre”, ha explicado. “Es en virtud de esta relación que la investigación sobre el ejercicio de las virtudes en el proceso de beatificación y canonización no puede limitarse al ejercicio de las virtudes teologales, sino que necesariamente debe extenderse al ejercicio de las virtudes humanas, o cardinales, como también se les llama”.

Distintas virtudes

Además, Semeraro ha apuntado que “existe un vínculo entre las virtudes teologales y las virtudes cardinales, ya que las primeras sirven como base y orientación última para las segundas. Las virtudes teologales guían e informan el comportamiento moral, asegurando que las virtudes cardinales se ejerzan de manera virtuosa y de acuerdo con la fe y la caridad”. A su vez, “las virtudes cardinales traducen la fe y la esperanza en acciones morales concretas y ayudan a llevar una vida virtuosa dentro de la sociedad”.

“La consecuencia de todo esto”, ha aseverado “es simplemente que el examen del ejercicio de las virtudes, especialmente en vista de un proceso de beatificación y canonización, no puede ni debe llevarse a cabo sin tener en cuenta las conexiones y relaciones entre todas las virtudes, tanto entre sí como en el doble y distinto orden de las virtudes teologales y cardinales”.

Finalmente, Semeraro ha señalado otra característica del pensamiento de Santo Tomás de Aquino sobre el ejercicio de las virtudes, “aunque su importancia no haya escapado a los comentaristas”. Y es que “si se une al placer la dulzura que alguien experimenta al realizar un acto de virtud en orden a un fin sobrenatural por inspiración de la caridad, esta dulzura y placer son signos de heroicidad, que por su naturaleza conserva la prontitud y el placer con dulzura y genera sus propios actos en las facultades que los producen”. Por lo tanto, “el perfeccionamiento y el crecimiento en las virtudes siempre incluyen un aumento de la alegría, ya que la alegría no es algo ajeno al ejercicio de la virtud, sino que va de la mano con él. La verdadera virtud, en resumen, debe causar placer”.

“El tema es sumamente interesante, especialmente en la actualidad, ya que también representa una crítica constructiva al modo predominante de entender el placer y la alegría en la sociedad actual, así como la sexualidad humana”, ha aseverado, recordando otras palabras de San Gregorio de Nisa, en las que el santo señala que “dado que el estado virtuoso es la condición natural de la vida humana, la criatura nunca se cansa de hacer el bien. Es imposible hartarse de la acción virtuosa, ya que la vida virtuosa es la escalera de Jacob que une la tierra con el cielo”.

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