Rosa Ruiz
Teóloga y psicóloga

Tu risa


Compartir

Yo no lo sabía, pero al parecer, las modelos en las pasarelas tienen prohibido sonreír. La razón me sorprendió aún más: quienes estudian la comunicación humana saben que una sonrisa nos resulta tan atractiva que todo lo que lo acompaña pasa a un segundo plano. En las pasarelas saben que, si una modelo sonríe, nuestra atención se apartará sin dudarlo de la ropa que lleve puesta. Por eso no pueden sonreír: para que no nos distraigamos.



Y me he dado cuenta de que es verdad. Me dis-trae o a-trae la gente que sonríe. Me dan ganas de vivir. Y lo que está alrededor queda bastante difuminado. Bocas que sonríen y ojos que sonríen, lo aprendimos en la pandemia cuando tuvimos que vernos con mascarilla.

La gente que sonríe es más bonita. Siempre. No importa lo guapa o fea que sea. Es verdad. Alguien que te sonríe te acoge, te hace sentir segura, en casa. Te descansa. Una sonrisa hace pasar a un segundo plano muchas cosas. Entre las personas que más quiero, están hombres y mujeres de sonrisa abierta y franca. Y la gente que sonríe suele ser gente que también se ríe con ganas y te hace reír. Pocas cosas hay mejores. ¿Acaso no nos encanta ver cómo ríen aquellos a quien queremos? Haz la prueba: piensa en alguien a quien quieres y dime si no lo has imaginado sonriendo.

Incluso cuando son personas que no conocemos de nada, en un autobús de vuelta a casa o en medio de un mal día, ¡cómo ayuda verlos reír, sin medida, sin miedo, con ganas! Así, sin motivo, eso vendrá después.

‘Nana de las cebollas’

Miguel Hernández lo cantó con belleza en ‘Nana de las cebollas’:

Tu risa me hace libre / me pone alas.
Soledades me quita / cárcel me arranca.
Boca que vuela / corazón que en tus labios / relampaguea.

Es tu risa la espada / más victoriosa.
Vencedor de las flores / y las alondras.
Rival del sol / porvenir de mis huesos / y de mi amor.

Tu risa relampaguea y me hace libre, me libera y me acompaña. Me da alas. Reír es una victoria muchas veces. Nos anuncia futuro y amor. Como un día de sol. Por eso a veces hay que reír y sonreír sin tener un motivo claro. A veces elegir sonreír ya es en sí mismo el motivo para seguir caminando y esperando y sentirse menos solos. Es bonito sonreír. Nuestro cuerpo también lo sabe. Dicen que a partir de los 50 empieza a quedarse en nuestro rostro el gesto que más veces hayamos repetido. A los 70 los surcos se han labrado y es la mueca de nuestra cara la que nos presenta sin hacer nada: hay gente que sin hacer nada su rostro sonríe; otros que, aunque sonrían, su rostro expresa malestar o disgusto o tristeza o enfado.

Y ahí vamos todos, día a día, desfilando en esta pasarela del mundo. En nuestra mano está caminar para “vender” cosas que cargamos, aunque en realidad no somos nosotros mismos. O sonreír, sonreír y dejarnos ver tal como somos. ¡Reír con quien nos hace reír! Seguro que la vida sería más bonita. Como tú. Gracias por fiarte y sonreír. Gracias por tu risa.