¿Tienen que cumplirse los pactos?


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Ayer tuvimos la ocasión de escuchar en varias ocasiones una expresión latina: ‘Pacta sunt servanda’, que se podría traducir como ‘los pactos tienen que cumplirse’. Lo curioso es que a los primeros que se la escuchamos fue a personajes tan poco “latinos”, en principio, como Arnaldo Otegi, líder de EH-Bildu, y a Pablo Iglesias, líder de Podemos y a la sazón vicepresidente segundo del Gobierno. El contexto, como se recordará, fue el pacto firmado entre el PSOE, Unidas Podemos y EH-Bildu a propósito de la derogación de la reforma laboral del Partido Popular.



El pacto de Sinaí

Me parece que no me corresponde a mí hacer una valoración de ese pacto, salvo manifestar en términos generales el escaso aprecio –por decirlo suavemente– que me merecen alguno, algunos o todos los protagonistas de la noticia. Más allá de eso, el hecho de hablar de pactos me trae a la memoria algunas de las páginas más famosas de la Biblia, precisamente aquellas que tienen como tema principal un pacto.

Pablo Iglesias, Unidos Podemos

Por ejemplo, uno de los pactos más importantes de la Biblia fue el del Sinaí, aunque quizá estemos más acostumbrados a llamarlo “alianza”. Un pacto que Dios ofrece al pueblo de Israel para que Yahvé sea Dios del pueblo a cambio de que Israel sea el pueblo de Dios. Un pacto que tiene unas cláusulas –los Diez mandamientos o el Código de la alianza en general (Ex 20,22-23,19)–, aunque esas cláusulas, en realidad, solo afectan a una de las partes, porque el pacto no es entre iguales. Dicen los expertos que el modelo para este pacto fueron los tratados entre reyes soberanos y reyes vasallos que existían en el antiguo Oriente Próximo (y que conocemos en el mundo hitita y en el Imperio asirio). En este pacto, Dios garantizaba su cercanía y amor al pueblo; a cambio, Israel debía mostrar el apego a su Dios cumpliendo con él y siendo un verdadero pueblo de hermanos.

¿Debía cumplirse ese pacto? Evidentemente sí, si Israel quería vivir. Es más, ese pacto es precisamente el que puede hacer que Israel viva tranquilo en la tierra que el Señor, su Dios, le da.