José Francisco Gómez Hinojosa, vicario general de la Arquidiócesis de Monterrey (México)
Vicario General de la Arquidiócesis de Monterrey (México)

¿Se acabará la religión católica?


Compartir

Gran preocupación causó en diversos sectores del catolicismo mexicano, sobre todo jerárquico, la información que acaba de arrojar el censo poblacional realizado por el INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía), con corte a marzo del 2020.



En ella se refiere que, del 2010 al 2020, la población católica pasó del 82.7% al 77.7%. Sin embargo, el incremento en el mismo lapso de las personas que dicen no tener religión casi se duplicó, pues del 4.7% ahora estamos en el 8.1%.

Las explicaciones de lo sucedido en este golpe numérico a la todavía asociación religiosa mayoritaria en México son varias. Una sitúa el descenso como una manifestación local de algo que se está dando a nivel mundial. En España, por ejemplo, y según datos de la Conferencia Episcopal Española, en el 2001, el 70% de los matrimonios se celebraba por la Iglesia católica, mientras que en 2019 solo el 20%.

Los millennials y la fe

Otra deducción de lo sucedido tiene que ver con los escándalos escenificados por encumbrados clérigos. La pederastia generadora de clericalismo ha alejado a muchos fieles, que han mutado su afiliación religiosa a otras iglesias cristianas, y ha impedido a otros indecisos el ingresar.

Pero hay otra razón poco explorada, y se asocia con el notable incremento en las personas sin religión, que no son por fuerza ateas. Y es que cada vez más oigo un reclamo, sobre todo entre millennials: la religión, obvio católica, no me ayuda a ser más espiritual.

No estamos, entonces, ante una negación de la divinidad, sino de las herramientas -religiosas- que nos facilitan llegar a ella. La lejanía, en especial por parte de la Iglesia Católica, de los temas en verdad importantes para la gente, como la erótica, la bioética, la participación ciudadana, etcétera, hace muy difícil que nos podemos conectar con nuestro centro interior y, así, con la divinidad, siguiendo esos protocolos religiosos.

De las expresiones cultuales ni hablar. Liturgias cada vez más obsoletas, que apostaron por la frialdad disfrazada de solemnidad en vez de la conexión con la vida, han provocado un gran ausentismo. Los templos se han convertido más en museos que en centros convocantes de comunidad, de meditación, de apertura a la trascendencia… de espiritualidad.

Si las religiones, en nuestro caso la católica, no se conectan con la espiritualidad de los fieles, no la provocan e incentivan, se irán quedando, de manera paulatina, con un pequeño resto de aferrados a un pasado que ya no volverá. Muy religiosos, pero quién sabe qué tan espirituales.

Pro-vocación. A ver. Que nieve en invierno no es novedad. Pero que lo haga en la mitad del mundo, y casi al mismo tiempo, sí debe llamar la atención. Esta semana pasada lugares tan distantes como Texas y Grecia, el Norte de México y Turquía, experimentaron unas nevadas insólitas, con afectaciones en muchos servicios públicos. ¿Es un fenómeno aislado o una manifestación del cambio climático? ¿Le preguntamos a Trump, ahora que está en retiro forzoso?