Héctor Sampieri Rubach, director del Pontificio Instituto Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y la Familia en México
Director del Pontificio Instituto Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y la Familia en México

Mentoría, la experiencia como materia para acompañar


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En nuestros últimos encuentros, hemos explorado las características del coaching como la primera alternativa del servicio a la persona que podríamos implementar en diversos sectores educativos y de atención en ámbitos pastorales. Ahora, describamos otra ruta posible en el universo del acompañamiento personal: la Mentoría.



Y para contarte un poco sobre este método de acompañamiento, es necesario como antecedente traer a nuestro presente a un personaje del mundo antiguo. Te cuento sobre el primer mentor documentado. En mitología griega, en particular en la Odisea, Méntor es un amigo de Odiseo que, ante el viaje del héroe a Troya, se queda como responsable de la formación de su hijo Telémaco. Con ello, y en diversas fuentes literarias posteriores, la figura de Méntor pasa a nuestro imaginario colectivo como un consejero sabio y experimentado, capaz de formar el camino de nuevas generaciones.

La mentoría, en el universo de acompañamiento personal, es la réplica de la experiencia ofrecida en el relato clásico. Es un proceso de apoyo mediante el cual una persona con mayor experiencia en un área o ámbito específico, guía el desarrollo personal y/o profesional de otra persona, generalmente esta última novata en la materia/área en que debe desenvolverse.

Hablamos entonces de la figura del maestro y del aprendiz; pero no deberíamos enfatizar la perspectiva jerárquica donde uno es “más importante” que “otro”, puesto que eso anularía la eficacia del acompañamiento, sino que debemos trabajar desde la experiencia del mentor como materia prima para la construcción de una nueva senda que guía a quien habrá de caminar.

El acompañamiento personal que se realiza mediante la mentoría, se desarrolla en la creación de hábitos y el ejercicio de habilidades definidas para lograr un aprendizaje acelerado y el dominio concreto del ámbito en cuestión por parte de la persona que recibe este servicio (un nuevo puesto laboral, una nueva responsabilidad, una nueva encomienda, etc.).

Un buen mentor sacará de su aprendiz lo necesario para que, en corto tiempo, pueda no solo dar sus primeros pasos sino encontrar su propio sendero personal dentro de la organización o profesión en la que se desenvuelve.

En resumidas cuentas la mentoría es un “atajo” a la curva de adaptación, conocimiento y desempeño de calidad en un rubro definido, con el valioso recurso de la orientación y apoyo que proporciona alguien que ya ha recorrido el camino antes y que desde esa experiencia ofrece su perspectiva.

Conviene como última parte de la reflexión de hoy, que continuará en nuestra próxima entrega, comentar lo que debemos evitar en el ejercicio de la mentoría. Pensemos en lo que no debe ser este método de acompañamiento:

Mentoría no es una conversación improvisada

Como tal es un proceso. Requiere orden y estructura para su realización. El Mentor debe sistematizar de forma previa los aprendizajes cruciales a compartir con el cliente y debe brindar una secuencia definida en el aterrizaje de un programa específico de trabajo.

La conversación que se sostiene en las sesiones debe ser aterrizada, concreta y regida por objetivos específicos previamente determinados.

Mentoría no es una simple seriación de breves charlas

El trabajo entre sesiones, con actividades y tareas definidas, se vuelve crucial para lograr el avance de quien se experimenta como aprendiz de un mentor. Diría que en ocasiones el trabajo personal entre una conversación y otra, es lo que realmente genera “pasos hacia adelante” en el proceso.

No hay que olvidar que el mentor ya ha recorrido el camino, el aprendiz debe hacerlo por sí mismo sabiendo que no va solo en el proceso pero que las decisiones y acciones a emprender serán responsabilidad absoluta de su libertad.

A fin de cuentas podemos tener la mejor experiencia del mundo ante nuestros ojos, pero si no asumimos el mando de nuestras acciones éstas no derivarán en nuevas realidades que representen un verdadero crecimiento.

Mentoría no es un conjunto desordenado de “buenas prácticas”

El mentor no solo debe efectuar un puro discurso de aquello que ha funcionado mejor en su propia experiencia, esperando que el otro aprenda de esto por sí solo. Debe “curar” los contenidos de lo que presentará, es decir, realizar un ejercicio de reflexión para ponderar y valorar los hitos más relevantes de su experiencia en función de los objetivos de la persona que recibe el acompañamiento. Es un saber práctico que se orienta a las necesidades del beneficiario del proceso.

Esto es vital para lograr eficacia en el proceso; se trata de poner al servicio de la persona las experiencias y prácticas más relevantes para favorecer que él, a la luz del recorrido del proceso, sea capaz de tomar aquello que le funcione mejor en su contexto y necesidad particular.

Mentoría no es una linda intención

No es un proceso iniciado para “matar el tiempo” y “ver qué descubro de mí mismo y del otro”. Si se acude a la mentoría solo con la intención de mejora, en ambas partes, condenamos el proceso al fracaso.

Quien verdaderamente requiere acompañamiento no está esperando que este sea un territorio de ocio y disfrute. Quien quiere avanzar sabe que tendrá que enfrentar sus propias resistencias y buscar lo mejor de sí mismo.

El proceso, por último, debe aportar resultados claros para la persona que recibe la experiencia del mentor. La productividad personal y profesional, en una nueva área o ámbito de trabajo, está ligada con acciones evidenciables, no solo con deseos e inspiraciones que pueden ser deseos irrealizables.

Veámonos pronto para comentar más a detalle los beneficios de la mentoría y los pasos que hay que considerar para saber si la persona que acompañas puede ser beneficiada por este tipo de metodología para la conversación y el desarrollo personal.

P.D. En la estela de la fiesta del Carmen, encomendemos a Nuestra Madre del Cielo a todas aquellas personas que podemos acompañar; sigamos pidiendo por nosotros y por nuestras familias y en especial, por los médicos y todos los profesionales de la salud que atienden a las personas enfermas y a sus familias. Dios nos ayude a todos.

*¡Hasta pronto y hasta siempre!*

 

@HazyAprende