José Francisco Gómez Hinojosa, vicario general de la Arquidiócesis de Monterrey (México)
Vicario General de la Arquidiócesis de Monterrey (México)

Menos diplomacia y más carisma


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Me repite un amigo, que estudió en la academia eclesiástica -en donde se preparan quienes trabajarán en las Nunciaturas Apostólicas-, las palabras pronunciadas por uno de sus profesores: “siéntanse orgullosos… la diplomacia que aquí estudiarán ha fortalecido a la Iglesia durante toda su historia“.



Y sí. Muchos laicos ponderan la astucia de la que hacen gala los nuncios y empleados de las sedes diplomáticas vaticanas. Su talento y habilidades han servido para dirimir no pocos conflictos internacionales.

Pero tales afanes no siempre son exitosos. Estamos ante tres ejemplos actuales de fracasos que cuestionan esta palaciega actividad eclesiástica, y me permiten cuestionar si no podríamos, poco a poco, ir disminuyéndola hasta terminar con ella.

El primero es Nicaragua. Hace ya medio año, el obispo Rolando Álvarez está en prisión. Otros curas nicas han sufrido la misma suerte o el exilio, y salvo una declaración aislada del papa Francisco, condenando la dictadura de Ortega-Murillo, el silencio vaticano ha sido ominoso. Los obispos de prácticamente todo el mundo, siguiendo la tesis negociadora de que más vale no atizar el fuego con censuras al régimen centroamericano, se han sumado al mutismo institucional.

Dos. En Rusia y Ucrania también le ha ido mal a las iniciativas romanas para intervenir y lograr la paz. De ambos lados se acusa al Vaticano de apostar por una o la otra causa. Mikahil Podolyak, principal asesor del presidente ucraniano, ha dicho que Francisco de Roma es pro-ruso, y le ha negado el papel de mediador. Por su parte, el embajador ruso ante el Vaticano, Alexander Avdeev, expresó la indignación de su gobierno por las palabras del Papa argentino, que tachó a los soldados rusos de crueles.

Y viene el tercer descontón. En su reciente viaje a Mongolia, al sobrevolar territorio chino, Francisco envió un telegrama al presidente Xi, con un mensaje protocolario -oró por el bienestar de la Nación y ofreció bendiciones y deseos de paz-. Respondió no el primer mandatario sino un funcionario menor del Ministerio de Exteriores, lo que es una ofensa diplomática, y el gobierno de Beijing prohibió a los católicos chinos cruzar la frontera para asistir a la misa que Bergoglio celebró el pasado domingo en Ulán Bator. Órale.

Desde sus orígenes, la Iglesia ha tenido que optar entre su estructura institucional y su carisma evangelizador. Aquella necesita de funcionarios, esta de profetas. Si no podemos acabar con la primera, al menos no la fortalezcamos, y una manera de disminuir su obesidad sería suprimir embajadas y la categoría de Estado de la que disfruta el Vaticano, para irnos asemejando cada vez más a aquel pequeño grupo de discípulos y discípulas que seguían a Jesús.

Pro-vocación

Mañana se cumplen 50 años del golpe de Estado chileno, que destituyó a Salvador Allende -elegido democráticamente- y encumbró a Pinochet durante décadas. El aniversario nos invita a releer la tesis doctoral de David Fernández: “La Iglesia que resistió a Pinochet”, como un ejemplo de valentía profética en muchos obispos chilenos.