Rixio Portillo
Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey

Las dictaduras siempre son groseras


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El papa Francisco habló sobre la situación en Nicaragua, aquellos que insistieron en ponerlo como cómplice, se equivocaron. Bergoglio no es un aliado de la izquierda dictatorial del continente.



En una entrevista a Infobae, con motivo del décimo aniversario de su elección como papa, realizó la fuerte sentencia:

“Con mucho respeto, no me queda otra que pensar en un desequilibrio de la persona que dirige [Daniel Ortega]. Ahí tenemos un obispo preso, un hombre muy serio, muy capaz. Quiso dar su testimonio y no aceptó el exilio. Es una cosa que está fuera de lo que estamos viviendo, es como si fuera traer la dictadura comunista de 1917 o la hitleriana del 35, traer aquí las mismas… Son un tipo de dictaduras groseras. O, para usar una distinción linda de Argentina, guarangas. Guarangas”, señaló el papa.

Nicaragua es un problema de todos

La gravedad de Nicaragua no debería ser pasada por alto por ningún demócrata serio, ni mucho menos entre cristianos defensores de la dignidad humana y la libertad religiosa.

Sin libertad de pensamiento, sin libertad de conciencia, sin libertad de religión, se cercena fundamentos naturales en la persona humana, y no es posible tolerar que, en nombre de la dictadura, se desconozcan aspectos esenciales.

El mayor problema es que Nicaragua no es la única, también hay otros países que están compitiendo por tener el peor manejo de los Derechos Humanos, para nadie es un secreto que hemos retrocedido democráticamente en América Latina.

Aunque se crean lecciones aprendidas, en el siglo XXI, hay señalamientos serios y creíbles de crímenes de lesa humanidad en el continente, a la vista de todos, con el aplauso de unos y la indiferencia cómplice de otros.

El papa Francisco utilizó palabras concretas: dirigentes desequilibrados, dictadura grosera y con el modismo porteño, “guarangas”, pero, ¿hay dictaduras decentes?, efectivamente no, ni tampoco es decente quien apoye semejante atrocidad en nombre de su ideología.

Hermanos de nicaragua, rezamos por ustedes

Por ello, frente al retroceso reinante en el continente, podemos hacer dos cosas: la primera es unirse al dolor rezando por la heroica iglesia de Nicaragua, esa que no ha cedido ante el poder, ni ha renunciado a su vocación profética de denunciar las atrocidades de la dictadura. A ellos les debemos el acompañamiento y la cercanía espiritual. ¡Hermanos nicaragüenses, no están solos!

Y en segundo lugar, no callar ante el dramático escenario que puede mutar en otro de nuestros pueblos, asumir el compromiso de la conciencia civil y democrática en las próximas generaciones, y no sucumbir ante la colonización ideológica de la uniformidad, que en el fondo, esclaviza y descarta.


Por Rixio G Portillo R. Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey.