José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

La carta de la ministra que sí llegó


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JUEVES 7. Funeral por Fernando Sebastián en la Fundación Pablo VI. Preside el cardenal Blázquez. “Tenía cosas que decir y sabía decirlas. Interlocutor sincero y valiente. Libertad para hablar y humildad para escuchcar”. Copiémosle.

La ministra de Justicia envía una carta al presidente de la Conferencia Episcopal. Para solicitar toda la información en su haber sobre investigaciones o procedimientos internos de denuncias, agresiones y abusos sexuales en instituciones eclesiásticas. Nervios. Tensión. Y un comunicado en el que se habla de “supuesta” misiva. Hay quien da por hecho que es un nuevo golpe mediático del Gobierno. Se duda de que existe. Y sí. Existía. Estaba donde tenía que estar, pero nadie fue a preguntar. Ni la recogió.

VIERNES 8. Jornadas de Pastoral Vocacional Juvenil de CONFER. A vueltas con el rumor de que el Papa no escribirá exhortación postsinodal para dar entidad al documento final del foro vaticano. Opiniones para todos los gustos. Hay quien lo considera más que necesario. Alguien sugiere que ya estaría trabajando en ello. Habrá que esperar.

SÁBADO 9. Termina el encuentro de católicos vinculados al mundo de la moda. Lorenzo Caprile se acerca a Luisa Berzosa. “Madre, ¿he sido políticamente incorrecto?”. La religiosa responde: “Sí”. El modista enmudece. Solo era una pausa de la jesuitina, que zanja la conversación: “Como Dios manda”.

DOMINGO 10. Misa presidida por el obispo auxiliar de Barcelona, Toni Vadell. Se pregunta sobre el lema del encuentro promovido por los religiosos españoles: “¿Y ahora qué? La tentación es reaccionar con programas y estrategias cuando la respuesta es sencilla: ‘Estoy aquí, envíame’”. En su charla posterior se muestra como un orador al más puro estilo TED. Un don que no viene de serie con la mitra.

MARTES 12. No hace falta escuchar a una víctima de abusos. Ni tan siquiera entrar en detalles de sus vejaciones. No hace falta. Con situarte ante ella es más que suficiente. La mirada perdida. El gesto derrotado. Zarpazo vital. Mirar a sus ojos, rompe. Y uno comprende que cualquier reivindicación es pequeña. Y cualquier grito de su boca, un susurro que no hace justicia al dolor interior.

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