Ramiro Jiménez Cruz, sacerdote de la Arquidiócesis de México
Sacerdote de la Arquidiócesis de México

Fanatismo


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¡Evoqué a los espíritus del fariseismo que vigilan celosamente el proceder correcto: y llegaron!



Imposible… no puedo comulgar con las manos, son impuras (la boca también).

Si caen partículas, el Señor terminaría pisoteado (también lo pisamos en nuestra falta de solidaridad con los ancianos, los niños de la calle, los desempleados, la corrupción, etcétera).

Oremos para que Dios quite la pandemia (oremos para que el Señor le dé perseverancia a tantos investigadores para lograr avances en las curas, oremos para que seamos responsables, cuidarnos y cuidar a los demás).

¿Por qué guardaron las imágenes? ¡Seguro ya las vendieron! (Seguramente has brindado tu apoyo concreto para sostener las necesidades… por cierto están guardadas las imágenes).

Qué complicado aprender a lidiar con esas murmuraciones, quizás porque no buscan la verdad, sino el conflicto; porque no buscan el evangelio, sino una doctrina inamovible incapaz de ser reflexionada; el Maestro tuvo a bien intentar varias veces lograr que entendieran, muchos lo alcanzaron; pero muchos otros al sentir movidos sus esquemas religiosos o existenciales, prefirieron ir detrás de él solo para espiarlo y señalarlo, para muchos Jesús era una plaga que debía ser eliminada, por eso las murmuraciones y las difamaciones; o incluso las mentiras el día del juicio, muchos no se atrevieron a preguntarle sus dudas y para otros lo más fácil fue creer lo que decían los demás.

¿Vale la pena ir contracorriente?

Me parece que la insuficiencia ha vaciado a las iglesias más que el Covid-19, me parece que el anacronismo ha impedido el diálogo inteligente, cercano y propositivo. Ser una Iglesia es tener claras las ideas de que se sostienen solamente en una verdad: el encuentro vivo con Jesús.

Y si vale la pena ir contracorriente -aunque no mentiré es muy desgastante aclarar en el mejor de los casos o no hacer caso es también cansado- por qué siempre brotan estos personajes en todas las parroquias y en todos lados; vale la pena construir una Iglesia capaz de mantenerse viva, capaz de encarnarse en el sentir social y desde ahí proclamar la dignidad querida por Jesús, la expresión religiosa que eleva al espíritu a la mirada amorosa e incluyente del Padre, la libertad que responsabiliza al hombre a romper con toda opresión que esclavice la conciencia de las personas, la solidaridad que humaniza y genera encuentro que transforma la pobreza en fraternidad que resuelve… así, y solo así podemos acercarnos a la eucaristía con las manos llenas, con una vivencia real y con un testimonio que alegra la vida del mismo discípulo que ha intentado y decidido seguir al Maestro.

 

Ram Padrenet