Catequesis, comunicación y pandemia


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El Directorio para la Catequesis elaborado por el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización fue presentado en la Sala de Prensa vaticana el pasado 25 de junio. En medio del torbellino de información que caracteriza nuestra época prestemos especial atención a este acontecimiento de singular importancia. Como lo expresó en ese momento Rino Fisichella, presidente del citado Consejo Pontificio, este Directorio “representa un evento feliz para la vida de la Iglesia”.



El documento es el resultado de un largo trabajo que comenzó mucho antes de la coyuntura actual, en la que nos encontramos estremecidos por la pandemia que altera y modifica para siempre la vida de todos nosotros. Aprovechemos para relacionar ambos sucesos: por una parte, la presentación de un nuevo directorio dirigido a una de las actividades más fundamentales de la obra evangelizadora de la Iglesia y, por otra, un tiempo histórico completamente diferente que quizás permita despertar nuevas fuerzas transformadoras que en otro contexto no se hubieran suscitado.

Sin entrar en la consideración del contenido del Directorio para la Catequesis, solamente la reflexión ofrecida por Fisichella en su presentación, nos ofrece una serie de definiciones de singular importancia y en las que nos detendremos a reflexionar.

Algunas reflexiones

En primer lugar, el obispo señala que se trata de un documento que surge cuando “la Iglesia se enfrenta a un gran desafío que se concentra en la nueva cultura con la que se encuentra, la digital”. Sitúa de esta manera la catequesis por primera vez ante un horizonte completamente nuevo: “los instrumentos creados en esta década manifiestan una transformación radical de los comportamientos que inciden sobre todo en la formación de la identidad personal y en las relaciones interpersonales”. La catequesis se relaciona así con el fenómeno de la comunicación social “que afecta inevitablemente también a la Iglesia en el complejo mundo de la educación”; y, agrega que la comunicación digital “toca de raíz la cuestión antropológica, decisiva en todo contexto formativo, sobre todo en lo referente a la verdad y a la libertad”. Esta relación entre catequesis y comunicación digital otorga una novedad ineludible a toda la práctica catequística y a la reflexión que la acompaña.

En segundo lugar, menciona “una razón más de orden teológico y eclesial que ha llevado a redactar este Directorio”: la invitación a vivir cada vez más la dimensión sinodal. En ese contexto señala la importancia de la exhortación apostólica del papa Francisco ‘Evangelii gaudium’ y el lugar primordial que la evangelización ocupa en la vida de la Iglesia. En el documento vaticano la relación entre catequesis y evangelización se plantea con claridad y sin ambigüedades: “En esta relación la primacía pertenece a la evangelización, no a la catequesis”. Por lo tanto, “el corazón de la catequesis es el anuncio de la persona de Jesucristo” y el kerygma “es anuncio de la misericordia del Padre que sale al encuentro del pecador, no considerado más como un excluido sino como un invitado privilegiado al banquete de la salvación que consiste en el perdón de los pecados.” Conviene subrayar esta expresión: el pecador “no considerado más como un excluido sino como un invitado privilegiado”. Quienes tenemos algunos años y hemos transitado otras experiencias de catequesis no podemos dejar de experimentar sorpresa y alegría.

Si tenemos en cuenta que hablar de evangelización es también hablar de comunicación, observemos que el vínculo entre la catequesis y las nuevas formas que ha adquirido la comunicación humana se fortalece aún más. Por lo tanto, esta relación catequesis-comunicación será uno de los temas centrales que deberá afrontar la reflexión sobre la catequesis a partir de este Directorio.

La catequesis y el crecimiento en la fe

Luego Monseñor Rino Fisichella se explaya sobre la importancia de la mistagogía y el lugar de la formación litúrgica en la catequesis, para señalar más adelante que es urgente llevar a cabo una conversión pastoral para liberar a la catequesis de ciertos lazos que le impiden ser eficaz”. Describe a continuación y sin rodeos esos “ciertos lazos”: “el primero se puede identificar con el esquema de la escuela, según el cual la catequesis de la iniciación cristiana se vive sobre el paradigma de la escuela. El catequista sustituye al maestro, el aula de la escuela se sustituye por la del catecismo, el calendario escolar es idéntico al de la catequesis”. E inmediatamente agregó: “El segundo es la mentalidad según la cual la catequesis se hace para recibir un sacramento” y más adelante afirma: “el tercero es la instrumentalización del sacramento por parte de la pastoral … y no por el significado que el sacramento posee en sí mismo”; y puso como ejemplo de esta instrumentalización la costumbre de administrar el sacramento de la Confirmación como una “estrategia pastoral de no perder el pequeño rebaño de jóvenes que queda en la parroquia”.

Una última dimensión ofrecida por el Directorio se encuentra en la función propia de la catequesis que “permite descubrir que la fe es realmente el encuentro con una persona antes de ser una propuesta moral, y que el cristianismo no es una religión del pasado, sino un acontecimiento del presente”. De esta manera la catequesis “es contraria a cualquier imposición, aunque fuese aquella de una evidencia que no permita vías de escape.” Fisichella recordó que la fe es “una elección”, “un acto de libertad”, y se lamentó de que “por mucho tiempo la catequesis ha centrado sus esfuerzos en dar a conocer los contenidos de la fe y con qué pedagogía transmitirlos, dejando desgraciadamente de lado el momento más determinante: el acto de elegir la fe y dar el propio asentimiento”.

Eucaristía y comunicación

Cada una de estas consideraciones y el contexto histórico en el cual han sido formuladas, por distintos motivos despiertan una gran expectativa con respecto al futuro de la acción catequística en la vida de la Iglesia. La pandemia está provocando en la comunidad eclesial muy diversas reacciones y muchas de ellas están relacionadas precisamente con la catequesis. Por ejemplo: la imposibilidad de participar habitualmente de los sacramentos puso de manifiesto una notable confusión sobre el sentido y el valor de las celebraciones religiosas tal como las enseña la tradición litúrgica.

Si bien la inmensa mayoría de los cristianos fue capaz de convertir las dificultades para celebrar el culto en una oportunidad para el crecimiento espiritual, no fueron pocos los que con sus reacciones reflejaron una concepción, tanto de los sacramentos como de las demás celebraciones, muy alejada de las mejores tradiciones y enseñanzas de la Iglesia. Esta situación está dejando en claro los profundos vacíos de la catequesis de los últimos tiempos.

Este fenómeno está relacionado con otro que desde hace más tiempo nos debería cuestionar profundamente: el notable abandono de la práctica sacramental por parte de los bautizados. En algunos sitios la cantidad de católicos que participa habitualmente de la eucaristía no llega ni al 2%. Este dato es acompañado por otro hecho sorprendente: no existe prácticamente ninguna reflexión profunda y sistemática sobre los motivos que han llevado a esta situación. También en este caso se plantean cuestiones que ponen de relieve las carencias de los contenidos y los métodos de una catequesis que no ha logrado iluminar correctamente la práctica de los sacramentos.

Una defectuosa formación catequística permitió tergiversar el sentido de la eucaristía y convertir la celebración de la misa en una acción que se realiza por motivos que no están relacionados con la celebración del misterio pascual tal como lo hemos recibido del mismo Maestro de Galilea. Cuando la eucaristía se convierte en una imposición, en un mandato moral, en un “deber ser” o en una costumbre, entonces se transforma en un rito vacío y pierde su fuerza y su belleza. La celebración eucarística deja de ser un encuentro de auténtica comunicación con Dios y los hermanos; deja de ser un encuentro con la presencia del Espíritu que transforma y renueva. Al ocurrir esto se genera una profunda insatisfacción espiritual y el paso siguiente es el abandono de la participación en las celebraciones. O peor aún, una enfermiza repetición de la práctica ritual en busca de una satisfacción espiritual que nunca llega porque los ritos se repiten con una comprensión errónea de su significado.

Expectativas

Quizás este Directorio y estos tiempos –en los que no hemos podido celebrar la eucaristía como acostumbrábamos– sean una buena oportunidad para reflexionar sobre los motivos más profundos tanto para participar de este sacramento habitualmente, como para no participar nunca o para hacerlo de vez en cuando.

El doloroso tiempo que estamos atravesando con motivo de la pandemia, también ha permitido descubrir el valor y la riqueza extraordinaria de los actuales medios de comunicación. Fueron muchas las experiencias que permitieron descubrir la riqueza que pueden ofrecer estos medios para la comunicación entre los hijos de la Iglesia y no solo como un instrumento para llegar a “los alejados”. La creatividad demostrada en la utilización de estos novedosos instrumentos fue una sorpresa para muchos. Sin embargo, también queda claro que es largo el camino que aún queda por recorrer para la correcta utilización de estas herramientas.  

Por estos motivos, y otros más que ahora no podemos desarrollar, es indudable que este tiempo doloroso y desconcertante implica para los que trabajan en la catequesis un enorme desafío que este Directorio está destinado a iluminar. Es de esperar que todos seamos capaces de responder con generosidad y audacia.