Ramiro Jiménez Cruz, sacerdote de la Arquidiócesis de México
Sacerdote de la Arquidiócesis de México

Ante la añoranza y ansiedad: rediseñar


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Miramos tras la ventana la vida pasar sin nosotros, cual niños regañados que añoran volver a salir a jugar; los más valientes o imprudentes no han dejado de hacerlo ni un solo día; sin embargo, el tiempo al parecer se acerca de volver a andar con “libertad”; es extraño, pero bien sabemos que el peligro sigue estando presente, sabemos que aunque el riesgo siga siendo alto, la política económica ha de volver a la lucha de cada día “vivir al día” y que el confinamiento ha sido una medida fallida de contención “a punto” del quiebre social.



Esta misma ventana es en gran parte lo que se vive en el interior de la Iglesia, mirar hacia afuera se ha convertido en la “pastoral de la añoranza” que ha dado por fruto acciones muy interesantes que han pasado desde aprender a abrir un perfil en el tan usado “Face”; hasta hacerse expertos en TikTok, quizás ahora que los templos se abran se verán amenazados los fotógrafos de los eventos en ceremonias sabatinas, pues el expertise adquirido ya no requeriría de sus servicios… sin lugar a duda el quitar el miedo a la tecnología fue un gran avance.

¿Dónde esta la añoranza real? ¿Será que asumimos la nueva normalidad, como el modo idóneo para reactivar la vida en las comunidades? ¿ese fue el aprendizaje en estos días? Me viene a la mente Zacarías e Isabel que tras una esterilidad biológica y una frustrada fe, tuvieron 9 meses de confinamiento que les permitió restaurar la conciencia, el vigor y la dignidad; solamente ella podía enfrentarse y decir: “no, su nombre será Juan”, solamente él entendió en la mudez otorgada, que ser de oficio sacerdotal, es decir creer en Dios, no es hacerle ofrendas con mucho incienso o predicar muchas palabras y teologías de Él, que creer en Dios es escucharle, amarle y servirle, solamente en la voz devuelta esta la reivindicación de lo dicho por su esposa; somos familia y todos tenemos un lugar importante y necesario en el hogar; somos una comunidad donde todos caben.

Un Plan de Reactivación Eclesial ha de pasar por rediseñar los esquemas trazados; NO ES ADECUARLOS, pues la Nueva Normalidad puede ser peligrosamente la añoranza vuelta inercia de regresar a las tradicionales prácticas que no han funcionado desde hace muchos años, las juntas evangelizadoras tuvieron su tiempo y de ellas poco hoy en día se saca provecho, la “juntitis” pastoral se ha vuelto la máscara que nos lleva a sentir que estamos muy ocupados y muy organizados. Rediseñar hoy en día la Pastoral, inicia con una mirada objetiva al caminar de un pueblo lastimado por la Pandemia y abandonado por sus instituciones, no es un ‘mea culpa’, sino un diagnóstico de tantos proyectos que intentaron responder al confinamiento con creatividad pastoral; sería sabio mirar las experiencias de éxito; rediseñar debe de tener en cuenta a tantos profetas que sin título o envío sintieron compasión, hicieron presencia y despertaron el espíritu de un voluntariado ávido a servir y lamentablemente acostumbrado a la carencia de líderes.

No es un riesgo la desarticulación, es una realidad que vivimos desde hace mucho tiempo; rediseñar requiere abrir espacios, sentarse a escuchar y adherirse a lo que ya se está haciendo; es mover las piezas acostumbradas con una estrategia distinta en un mismo tablero; el área “sociocaritativa” es el camino para iniciar cualquier reactivación, donde la Pastoral en Salida tiene la oportunidad de hacerse efectiva, cercana y útil. ¿No sabes cómo? no importa, hay entre la comunidad quien sí sabe hacerlo y lo ha hecho en estos tiempos, déjate guiar y acompaña a tu pueblo. Es el Espíritu Santo el que ha salido al frente para guiar y cuidar a su pueblo, despertando en los hombres y mujeres de buena voluntad los pastores requeridos.

Ram Padrenet