"Ojalá se nos contagiara un poco lo que viven estos artistas de las fallas, para que, apasionados por lo que tenemos entre manos, no midamos fuerzas con tal de aportar algo de hermosura a la vida y al mundo que nos rodea. Aunque el fuego de lo rastrero parezca devorarlo sin piedad, lo bello solo es perecedero en apariencia, pues todo lo hermoso nos acerca al corazón de Dios".