De momento no preocupan, pero comienzan a asustar. El Arzobispado de Barcelona ha pedido respeto y defensa del ejercicio de la libertad religiosa y de culto tras las actuaciones de un grupo anarquista que pintó fachadas y selló cerraduras de una veintena de templos el pasado domingo día 26. Algunas de las frases vertidas en los muros nos recuerdan la peor época de intransigencia anticlerical. Todavía muy reciente –en una parroquia del extrarradio madrileño– la colocación de siete artefactos explosivos preparados para explotar cuando la iglesia se encontraba abarrotada de fieles, sería muy conveniente que las autoridades tomasen cartas en el asunto. Y también los redactores de la nueva ley de libertad religiosa. Y no se trata de manía persecutoria…
En el nº 2.671 de Vida Nueva.
