Una personalidad “abierta a las relaciones ecuménicas y al diálogo con la Iglesia católica”. Así recordaba el padre Federico Lombardi, portavoz vaticano, al Patriarca de la Iglesia ortodoxa serbia Pavle, fallecido el pasado día 15 en Belgrado a los 95 años de edad. “Hombre de gran espiritualidad y de oración, representante de la gran tradición espiritual del monaquismo ortodoxo”, su ministerio adquirió un especial protagonismo durante los años 90, coincidiendo con la desmembración de Yugoslavia y las trágicos enfrentamientos que se desencadenaron en los Balcanes. Fue entonces cuando Pavle, como el gran pastor que era, trató de mantener a su rebaño alejado de las luchas políticas y denunció sin descanso la persecución contra los cristianos y el exilio forzoso de cientos de miles de fieles.
La Iglesia universal está de luto… y la unidad, un poco más huérfana.
En el nº 2.684 de Vida Nueva.
