Guardiola o la contención como valor

(Juan Rubio– Director de Vida Nueva)

Invito a una ojeada al entorno y una hojeada a la hemeroteca diaria: insultos, vituperios, mentiras, sórdidas acusaciones, zancadillas y víscera, mucha víscera que va salpicando este laberinto español, como lo definiera Brennan, o ese reñidero español del que hablaba Franz Borkenau. Entre la zafia ordinariez que asoma en esta campaña para unos comicios en los que para nada se habla de Europa y todo se ha convertido en un puro, claro y duro referéndum del zapaterismo, emerge la figura serena y exitosa de Pep Guardiola. No voy a entrar a devanar los fondos atiborrados de boixos nois, ultras sur o biri-biris. La mezcla de vísceras y adrenalina es mucha y variada en esto de la afición balompédica, y ni sé ni me apetece. Me quedo con la moraleja. Guardiola nos ha recordado que el talento sin esfuerzo no es nada. Nada es sin trabajo y estudio; y nada es sin constancia y tenacidad. Buen modelo para jóvenes de esta sociedad Ikea de lo rápido, lo cómodo, lo placentero y lo barato. La clave está en saber articular sudor y talento. Todos hemos advertido en estos  días esa radiante contención de Guardiola en momentos en los que todos se lanzan a un mundo hecho hierba, arena o asfalto, y lo hacen para devorarse, derrumbar contenedores o arrasar cabinas de teléfono; para insultarse y navajearse. Al fin y al cabo estamos en una sociedad agresiva, erizada en la que hace falta que todos, como Pep Guardiola, usen más de la contención, reprimiendo el ego, calculando las palabras, domesticando los gestos y supeditando todo a un bien superior. Dar rienda suelta a las vísceras no conduce nunca a la victoria. Y más en quienes su bien es más superior aún que una victoria deportiva.

Publicado en el nº 2.663 de Vida Nueva (del 6 al 12 de junio de 2009).

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