En fe suele parecer “desafortunado” lo que molesta

MANUEL SERRA GÓMEZ. SEGLAR JUBILADO, MADRID |  He leído en Vida Nueva la carta de D. Fernando Garijo, que titula “Un ‘acto de contrición’ desafortunado” (nº 2.767, página 22), y quisiera que se publicara esta contestación.

D. Fernando, es posible que en la época que usted presenta del “miedo”, en algunos casos la Iglesia no supiera explicar el “Santo Temor de Dios”, don del Espíritu Santo, y existiera alguna confusión, pero eso no da para erradicarlo ahora de entre los fieles.

El acto de contrición que se reza en Radio María, y en muchas iglesias de España, es el que consta en el Compendio del Catecismo de la Iglesia católica, y que está en la página de Internet del Vaticano (página 141).

Es, pues, una oración oficial de la Iglesia, un acto de penitencia, un dolor del alma y una detestación del pecado cometido, con la resolución de no volver a pecar (1451, CIC), pero no alcanza el perdón de los pecados graves si no se acude al sacramento de la Penitencia. ¿Está mal decir: “(…) también me pesa porque podéis castigarme con las penas del Infierno? ¡Claro que puede suceder si no acudes al sacramento!

Los que piensan en un Dios solo Misericordioso, se exponen a relajarse y no tienen en cuenta estas aclaraciones, ni que Dios, agotada su Misericordia, aplica su Justicia. Copiemos de los santos, que sí se confesaban con frecuencia, con mucha frecuencia.

En el número 2.770 de Vida Nueva

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