El silencio

pablo-dors(Pablo d’Ors– Sacerdote y escritor)

Hay quienes piensan que el silencio es la prueba irrefutable de la inexistencia de Dios. Por mi parte, creo exactamente lo contrario: el silencio es su mejor lenguaje: la perfecta demostración de la libertad que nos concede y, por ello, de su inmenso amor.

Tengo la impresión de que cuanto más rico es interiormente alguien, tanto más silencioso es. Que el silencio es la manifestación más elocuente de un estado interior fecundo; y que el ruido, en cambio, es el terrorismo más eficaz contra el alma. No sólo me refiero al ruido externo, sino sobre todo al interno (ese eco que las cosas generan en nosotros y del que no somos capaces de desprendernos). He pasado buena parte de mi vida ejercitándome en escuchar a Dios y Él, misteriosamente, sólo me ha brindado su silencio. Hay quienes piensan que el silencio es la prueba irrefutable de la inexistencia de Dios. Por mi parte, creo exactamente lo contrario: el silencio es su mejor lenguaje: la perfecta demostración de la libertad que nos concede y, por ello, de su inmenso amor.

Los contemplativos no son silenciosos por temperamento o carácter, sino por concentración y recogimiento. Y a concentrarse o recogerse se aprende respirando, sólo así. La razón suele agrandar un problema; la respiración, en cambio, suele empequeñecerlo. Al respirar bien se comprende que ningún silencio auténtico consiste simplemente en callar, sino en callar para que la palabra pueda ser escuchada y para que así, escuchada, pueda dar sus frutos.

El simple mutismo es el hijo más pobre del silencio; por eso, quien diga que silencio y lenguaje son términos opuestos no sabe, ciertamente, qué es el lenguaje y mucho menos todavía qué es el silencio. La eficacia de una palabra depende del silencio del que proviene y al que aboca. Una palabra que no culmine en silencio ni siquiera puede ser tomada como tal. Más que romper el silencio, las palabras auténticas abren a él. Una palabra que no ayude a callar no es buena, como no lo es un silencio que no invite a más silencio. ¡Ah, si supiéramos hasta qué punto ofende a la Verdad cualquier palabra inútil!

¡Si supiéramos que el silencio suele ser expresión de amor porque es una de las formas más perfectas del pudor!

En el nº 2.671 de Vida Nueva.

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