Desde las azoteas

(José María Avendaño Perea– Vicario General de Getafe)

“Vuelve a comprobarse, desde el testimonio de las obras, que un compromiso que brota de la fe probablemente será incomprendido, y ocasionará sufrimiento de Cruz. Creemos en Jesucristo Crucificado, Muerto y Resucitado”

El beato Carlos de Foucauld exhortaba a subir a las azoteas y proclamar que Dios nos ama infinitamente. San Francisco de Asís recorría los caminos sobrecogido porque el Amor no fuera amado. San Juan de la Cruz, después de encontrarse con el Amado, experimentó que sólo amar era su ejercicio, y no quería otro oficio. San Juan Crisóstomo cuidaba para que el Cuerpo de Cristo, vivo entre nosotros, fuese respetado. Santa Teresa del Niño Jesús pedía a Dios pasar el cielo en la tierra haciendo el bien. La beata Dolores Sopeña animaba a vivir en Dios a todas horas y lugares, y muy cerca de los pobres. La beata Bonifacia Rodríguez, desde Dios, velaba por la dignidad de todas las mujeres trabajadoras.

También subió a las azoteas Iqbal Masih, niño paquistaní, esclavo, que recibió el bautismo cristiano a los 10 años y fue asesinado en 1995 a la edad de 12 años. Discípulo de Jesucristo, respiraba y transpiraba el amor de Dios mientras fabricaba alfombras para Occidente. En Iqbal vemos el amor de Dios derramado en su corazón con el Espíritu Santo. Un niño que denunció las injusticias y atropellos a la dignidad de todos los niños del mundo y, particularmente, de los niños esclavos.

Vuelve a comprobarse, desde el testimonio de las obras, que un compromiso que brota de la fe probablemente será incomprendido, y ocasionará sufrimiento de Cruz. Creemos en Jesucristo Crucificado, Muerto y Resucitado.

Los seres humanos no somos instrumentos de producción, sino hijos de Dios con derechos inalienables, como nos dice el Evangelio del trabajo.

Desde las azoteas recordamos las palabras de Jesús, el Señor: “¡Ay de quien escandalice a uno de estos niños que creen en mí…!”.

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