Honduras declara la situación de emergencia por las lluvias

Hay ya una decena de muertos y miles de afectados

(J. L. C.) Aunque la intensidad de las precipitaciones parecía ir disminuyendo paulatinamente, el pasado 20 de octubre, el presidente de Honduras, Manuel Zelaya, declaró la “situación de emergencia a nivel nacional” para hacer frente a la crisis provocada por las fuertes lluvias caídas durante las últimas semanas, que dejaron tras de sí un trágico balance de al menos 10 muertos y miles de damnificados.

El mandatario transmitió órdenes a los ministerios de Relaciones Exteriores y de Cooperación Internacional para que, “de manera inmediata, gestionen apoyo y ayuda humanitaria con países amigos” y entidades extranjeras. Asimismo, estableció diversas medidas de coordinación y seguridad para atender a los afectados y rehabilitar la infraestructura dañada por inundaciones, deslizamientos de tierra y otros problemas similares. Zelaya pidió también la colaboración de las autoridades locales y regionales, así como de empresarios, iglesias y diversos organismos humanitarios.

Depresión tropical

Las lluvias empezaron a arreciar en el país centroamericano el pasado día 14, como consecuencia de una depresión tropical, y, según el jefe de la Comisión Permanente de Contingencias (Copeco), Marco Burgos, hasta la fecha había sido confirmada la muerte de 10 personas y la desaparición de otras dos. Aunque los fallecimientos se registraron en varias partes del país, cinco de ellos -dos adultos y tres niños- perdieron la vida en un barrio marginal de Tegucigalpa, la capital, cuando un muro aplastó su vivienda,  informó el comandante del Cuerpo de Bomberos, Carlos Cordero.

Las autoridades precisaron que hay al menos 126.892 personas afectadas en todo el país, de las cuales “10.981 son damnificadas que han tenido pérdidas totales o parciales de sus bienes y medios básicos de vida”. Cifras que, según el propio Marco Burgos, podrían aumentar a 200.000. Además, se contabilizan “3.778 casas destruidas o muy afectadas”, aunque el total suma unas 24.000, y sufrieron daños diversas carreteras, caminos, puentes y otras infraestructuras viarias, así como muchos cultivos agrícolas cuyas pérdidas todavía no han sido cuantificadas por el Ministerio de Agricultura y Ganadería.

En el número 2.633 de Vida Nueva.

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