Francisco se rebela contra “un mundo en el que ni siquiera se regala una sonrisa”

El pontífice preside la oración mariana en este domingo de cuaresma y ha reclamado que se ponga fin a las hostilidades en Gaza

El papa Francisco se volvió a reunir con los fieles de la Plaza de San Pedro para rezar el ángelus a mediodía. Tras haber dejado sus discursos a la lectura de otros en las audiencias de ayer, el pontífice ha podido hacer por sí mismo la reflexión previa y los saludos posteriores a la oración mariana. Bergoglio ha aprovechado el momento para mostrar su preocupación y dolor por el sufrimiento de las poblaciones de Israel y Palestina, lamentando la muerte y destrucción que afecta especialmente a los más pequeños e indefenso y mostró su rechazo gritando “Basta, por favor, parad” ante el aplauso general mientras reclamaba una negociación en Gaza y toda la región. También recordó a la martirizada Ucrania de cara a la fecha del día del desarme el próximo 5 de marzo para lo que reclamó a toda la comunidad internacional: “el desarme es un deber moral que requiere la valentía de la gran familia de las naciones para pasar del equilibrio del miedo al de la confianza“.



Convertir el templo en un mercado

A partir del evangelio de tercer domingo de Cuaresma en el que Jesús expulsando a los mercaderes del templo (cf. Jn 2,13-25) con “la casa de Dios convertida en mercado” como “dos maneras distintas de estar ante el Señor”. Francisco explicó que, en tiempo de Jesús, “en el templo entendido como mercado, para estar bien con Dios bastaba con comprar un cordero, pagarlo y consumirlo sobre las brasas del altar. Comprarlo, pagarlo, consumirlo y luego cada uno a su casa”. Sin embargo, añadió, “en el templo, entendido en cambio como hogar, sucede lo contrario: se va al encuentro del Señor, a la unión con Él y con los hermanos, a compartir alegrías y penas”.

“En el mercado se juega con el precio, en casa no se calcula; en el mercado se buscan los propios intereses, en casa se da gratuitamente”, recalcó el Papa. Para Bergoglio “Jesús es duro hoy porque no acepta que el templo-mercado sustituya al templo-casa, que la relación con Dios sea distante y comercial en lugar de cercana y confiada, que los mostradores de venta ocupen el lugar de la mesa familiar, los precios el de los abrazos y las monedas el de las caricias. Porque esto crea una barrera entre Dios y el hombre y entre hermano y hermano, mientras que Cristo vino a traer comunión, misericordia y cercanía”, reclamó. Por ello invitó a “hacer en nosotros y a nuestro alrededor más casa y menos mercado”.

Entre las actitudes propuesta el Papa propuso ser casa “rezando mucho, como hijos que llaman incansablemente y con confianza a la puerta del Padre, no como mercaderes tacaños y desconfiados” y “difundiendo la fraternidad” frente a los silencios cuando “todo el mundo encerrado en sus propios pensamientos, a solas con sus problemas, con los oídos taponados por auriculares y los ojos hundidos en sus teléfonos móviles”. “Un mundo en el que ni siquiera se regala una sonrisa o un comentario ingenioso: ¿por qué resignarnos a esto? Demos el primer paso: saludemos, cedamos nuestros asientos, digamos algo amable a quienes nos rodean: aunque no obtengamos respuesta y alguien nos mire mal, nos habremos sentido como en casa. Y esto puede aplicarse a tantas otras circunstancias de la vida cotidiana”, reclamó el Papa.

Noticias relacionadas
Compartir