Seminario de Versalles: formadoras para el clero del mañana

Versalles es más que su palacio y sus jardines. Para comprobarlo, solo hay que conocer el seminario de esta diócesis del departamento galo de Yvelines, una especie de Francia en miniatura, ya que hay ciudades medianas, regiones obreras y una rica zona de campiña o de bosque a pocos kilómetros de París. Tanto es así que, en este 2024, el seminario espera estrenar un nuevo espacio adaptado a las necesidades de quienes se preparan para ser el clero del mañana, pero con toda la sabiduría del pasado que contienen los 30.000 volúmenes de la biblioteca de los estudiantes.



Una diócesis creada por Napoleón que hoy es “muy dinámica, con un alto nivel de práctica religiosa –en comparación con el resto del país–, tanto en las ciudades de clase media como en las urbanizaciones populares” relata a ‘Vida Nueva’ el sacerdote Grégoire Leroux, rector del seminario diocesano de una región que tiene el 10% de todos los scouts de Francia o las mejores tasas de catecúmenos adultos y adolescentes. Y esto se fragua en un seminario donde se recogen los frutos de una fecunda cultura vocacional.

“Lo que nos diferencia es que solo formamos seminaristas de primer ciclo, es decir, los tres primeros años”, explica el rector de un centro especializado en la parte más filosófica de los contenidos y en el discernimiento propio de estos años, antes de pasar a la teología o a la acción pastoral. Para esta etapa, el obispo envía a los seminaristas al seminario de los carmelitas de París, al de Saint-Sulpice, al seminario francés de Roma, al de París o al Studium Notre-Dame de Vie en Saint-Didier. “Otro rasgo es que pretende ser diocesano en el sentido estricto del término, por eso está presente en toda la diócesis y hay planes de acercarlo a la catedral y al palacio episcopal”, añade.

Las dos residencias existentes –hasta que se acaben las obras del nuevo complejo próximo al obispado– acogen a los seminaristas, que no llegan a 20, para “fomentar un ambiente familiar que cree un clima de confianza” y establecer “un apoyo personalizado a cada candidato, para poder ayudarle mejor adaptándonos a sus necesidades individuales”.

Integración natural

Ahora bien, en esta formación están implicadas más de 40 personas, entre las que se incluyen varias mujeres, que se han integrado de forma natural desde que abrió el seminario en 2006, cuando ya contó con algunas profesoras. “No se las contrató para cumplir cuotas, sino porque tenían buenas aptitudes. Procuramos que la vida en el seminario sea lo más parecida a la realidad parroquial y misionera de los sacerdotes de hoy”, explica Leroux.

Como piden los documentos eclesiales, se trabajan las dimensiones humana, espiritual, intelectual y pastoral, que se han reforzado con iniciativas como un curso de humanidades en el que se estudian temas actuales que van desde los videojuegos a las crisis alimentarias, sesiones de entrenamiento emocional o la presencia un día entero de la semana en las parroquias. Para ello, se garantiza la presencia de los formadores: seis de ellos “viven en el seminario o pasan allí varios días a la semana, los formadores se reúnen regularmente para consejos, jornadas de trabajo, momentos de convivencia o de oración”, relata el rector.

En cuanto a los seminaristas, “no existe un perfil estándar” y menos en una diócesis tan variada. “Por supuesto, las vocaciones ministeriales tienen más probabilidades de proceder de familias practicantes y los candidatos suelen tener experiencia de una vida eclesial o espiritual sólida. Pero también hay muchas excepciones. Cada individuo es único y cada promoción varía”, destaca el rector. Una diversidad que se extiende a los profesores: un equipo de siete sacerdotes y diez laicos, hombres y mujeres.

Preservar la armonía

En este punto, Leroux destaca que “cuando necesitamos contratar a un nuevo profesor, nos tomamos tiempo para evaluar las necesidades con el consejo y luego elaboramos una descripción del puesto. En segundo lugar, nos beneficiamos de una buena red de centros de enseñanza superior, privados y públicos, en el oeste de París, lo que ayuda mucho a contratar profesores competentes y motivados”. En este sentido, este sacerdote de la laica Francia destaca sentirse impresionado por “el compromiso y la alegría de los profesores por formar a futuros sacerdotes”. “Velamos por preservar la armonía en la diversidad de opciones filosóficas o teológicas, organizando el diálogo entre los profesores una o dos veces al año”, añade.

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