Chomalí: “Una tarea de la Iglesia es recomponer el tejido social de la tolerancia con fraternidad”

El arzobispo de Santiago de Chile, entrevistado por el diario El Mercurio, aborda los desafíos que enfrenta al asumir este cargo

Está debutando: el sábado 16 de diciembre asumió su cargo de arzobispo de Santiago. Fernando Chomalí Garib, de ascendencia palestina, con 66 años, ingeniero civil, máster en Bioética del Instituto Juan Pablo II y doctor en Teología de la Universidad Gregoriana.



Ordenado sacerdote en 1991, a los 34 años, para el clero de Santiago; consagrado obispo en 2006 y designado auxiliar de Santiago; en 2011 fue hecho arzobispo de Concepción, cargo que lo tuvo alejado de su diócesis de origen a la que ahora regresa.

Crisis de los abusos

Confiesa que quedó “muy deteriorado con la crisis de los abusos del 2018, con la visita de los obispos a Roma. Y le hice ver al Santo Padre que yo no tenía las competencias para hacerme cargo de algo tan horroroso como fueron esos episodios. Que no tenía carácter y que me habían afectado mucho”.

A la pregunta si su nombramiento pone término a la intervención del Vaticano a la Iglesia chilena debido a los abusos, responde que no, que se superará “cuando no tengamos absolutamente ningún abuso y cuando la Iglesia asuma una dimensión esperanzadora que mucha falta le hace a la sociedad”.

Para evitar los abusos, Chomalí afirma: “Lo primero es entender que los responsables de abusos rendirán cuentas. No hay espacio para los abusos porque tenemos una comisión de prevención muy profesional. En las diócesis hay lugares para recibir denuncias, estamos haciendo un trabajo de prevención en las parroquias, en los colegios, en las bases”.

También destaca el rol de los laicos: “Necesitamos laicos muy comprometidos y activos en todos los ámbitos. Yo creo que es muy razonable preguntarse por qué a pesar de la gran cantidad de universidades que se han gestado, sucede que todavía los pobres no tienen buena medicina, no tienen buenos abogados, no tienen buenos ingenieros y viven en la pobreza. Algo pasó ahí y creo que los católicos y los laicos en particular podemos ser un aporte muy importante”.

Más formación

Chomalí indica la religiosidad popular “que sigue siendo fuerte y atraviesa toda la sociedad”. Agrega la obra educativa de la Iglesia, importante y reconocida y “católicos comprometidos, anónimos, que no aparecen en la televisión y que están en las parroquias, que están en las capillas, que son una riqueza invaluable”. “Pienso que una de las grandes tareas que tiene la Iglesia es recomponer el tejido social de la tolerancia y con fraternidad”, agrega el arzobispo.

En su mirada al país confiesa que en Chile se han perdido tres cosas: “En primer lugar, un proyecto común lo que es un desastre porque no sabemos bien hacia dónde vamos y caemos en el inmediatismo. En segundo lugar, falta una ética personal más marcada. Es decir, esta cultura de que la sociedad es un espacio donde yo tengo que ser feliz a cualquier precio y no me interrogo sobre cómo me relaciono con los demás. Y en tercer lugar, no tenemos un sentido de comunidad. Si lo hubiese, la legítima protesta no se habría hecho destruyendo pequeños almacenes, rayando las calles, rompiendo bancas. Cuando no generas un corazón agradecido, esta es una reacción frente a una sociedad que se presenta hostil”.

Respecto al estallido social del 2019 dice que “mucha gente se quedó con el fenómeno de la violencia. Yo intento mirar los fundamentos. Mucha gente tiene un sentimiento de mucha rabia. Y es una rabia acumulada de generación en generación, de sentir que no se avanza y que no hubo canales adecuados para superarlo. Pienso que la Iglesia, cuando se preocupa efectivamente por los más pobres, está generando una sociedad más justa y menos violenta”.

Ante la pregunta por el riesgo de un nuevo estallido Chomalí responde: “Voy a responder a la pregunta, pero antes hay que hacer notar que el nivel de beligerancia que tenemos en la clase política es realmente intolerable. Eso se traspasa a la sociedad. Todo acto nuestro educa o deseduca. Pienso que ese riesgo está y va a disminuir en la medida que haya un gran consenso nacional. Veo que la distancia que existe entre los problemas que se transmiten en los medios respecto de lo que pasa con la gente es abismal. Nosotros podemos ser un factor de vínculos importantes en la sociedad. Hoy necesitamos un gran acuerdo nacional”.

¿Será un obispo más activo?, pregunta el periodista. “Es que es lo mío, responde Chomalí. Ese soy yo. Sin embargo, al católico que le interesa saber lo que la Iglesia opina sobre todos los temas, sabe dónde buscarlo. Eso es muy distinto a la cobertura de los medios. La Iglesia no hace ni tiene estrategias de marketing para captar adherentes. Hay católicos que cuando dicen ‘quiero una Iglesia que hable más’, están diciendo ‘quiero una Iglesia que pelee, que genere un conflicto’. Y eso es muy complicado porque las posiciones políticas tienen un amplio rango donde pueden participar los católicos. Entonces, algunos quieren que uno se defina. Y esa definición va a implicar una controversia. Nosotros no somos un partido político. Lo que nos interesa es iluminar, reflexionar. Otra cosa, la Iglesia por naturaleza es más lenta porque es más reflexiva. Y creo que le haría un grave daño a la sociedad si andamos siempre reaccionando frente a todas las cosas”.

Defensa de la vida y la familia

En la iglesia chilena Chomalí ha destacado por su defensa y valoración de la vida y la familia. Consultado por estos temas señala que un problema serio es la disminución en el número de nacimientos por año. “Tal vez el mejor servicio que podemos hacer nosotros es promover el matrimonio como una fuente de alegría, como una fuente de santidad, como una fuente de promoción del bien común. Es un camino difícil, pero hermoso. Y en segundo lugar, evidentemente una sociedad que desprecia la vida del débil, es decir, en el útero materno, es totalmente deshumanizada, pragmática, utilitarista”, expresa Chomalí.

Respecto al reciente documento vaticano sobre bendiciones a parejas homosexuales, el arzobispo dijo que “las personas con tendencia homosexual son hijos de Dios, como cualquier persona, merecen todo el respeto y eso la Iglesia lo sostiene desde siempre. Este documento reconoce todo el magisterio de la Iglesia en materia de matrimonio. Pero lo que también señala es que cómo no desearle el bien a personas que están en una situación compleja y, por lo tanto, da algunas normas muy específicas. El hecho que uno no esté de acuerdo con una actitud de un católico porque se considere pecaminosa, no significa que no va a tratar de darle el mayor bien posible a la persona, no al pecado, pero sí al pecador. Yo creo que es un acto de gran misericordia, y el desafío que se plantea es tratar de compatibilizar el matrimonio, como se ha entendido siempre, con esta apertura”.

Finalmente se refiere al papa Francisco diciendo que “el Papa se da cuenta de que la sociedad va a mil por hora y la Iglesia a diez por hora. Él se da cuenta de que los problemas son serios, son graves, son profundos. Y nosotros estamos preocupados de cosas que no responden a esa inquietud. Eso él lo tiene a fuego. El Papa nos hace una crítica feroz a los sacerdotes, a los obispos. Nos dice que prefiere una Iglesia accidentada que sale a la periferia, que encerrada en sí misma y enferma. Le tiene tirria al clericalismo, a estos grupos encerrados que se complacen a sí mismos”.

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