Entre ayer lunes y este martes 6 de junio, el cardenal Matteo Zuppi se encuentra en Kiev, enviado por Francisco para, como informó la Santa Sede en un breve comunicado, “escuchar en profundidad a las autoridades ucranianas sobre las posibles vías para alcanzar una justa paz y apoyar gestos de humanidad que contribuyan a aliviar las tensiones” con Rusia.
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Días atrás, el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, ya explicó que la misión del arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana no buscaba tanto una “mediación” política entre Kiev y Moscú, sino, más bien, “favorecer un ambiente que pueda conducir a caminos de paz”, siempre sin “excluir” a ningún posible interlocutor.
Atraque a la central de Kakhovskaya
Hoy mismo se ha podido reunir con el presidente ucraniano, Volódimir Zelenski, entregándole el purpurado al mandatario una carta firmada por el Papa. En la conversación mantenida entre ambos, el presidente apeló al último episodio acaecido en el conflicto, la destrucción, unas horas antes, de la central hidroeléctrica de Kakhovskaya, y lamentó que “este crimen trae enormes y nefastas consecuencias para la vida de las personas y para el medio ambiente”. De ahí su negativa frontal a una tregua, pues, advirtió, solo serviría para que “el enemigo tomara un descanso para mejorar sus fuerzas” y para desencadenar “una gran ofensiva para una nueva ola de crímenes y terror”.
“Rusia debe retirar todas sus tropas del territorio de Ucrania dentro de sus fronteras internacionalmente reconocidas”, ha zanjado Zelenski, como ya hiciera semanas atrás en su encuentro con el propio Francisco. Y es que, para él, esa es la condición primera y esencial antes de cualquier posible diálogo con Putin. Eso sí, ha invitado al Vaticano a que le apoye en este sentido para involucrar a la mayor variedad posible de países de cara a lo que él denomina Cumbre de Paz Global.
Regreso de miles de niños deportados
En este sentido, Zelenski valora que “estamos de acuerdo con la disposición de otros estados y socios para encontrar caminos en paz, pero, dado que la guerra continúa en el territorio de Ucrania, el algoritmo para lograr la paz solo puede ser ucraniano”.
En lo que sí han coincidido es en que la Santa Sede “puede contribuir activamente a la liberación de los presos ucranianos, la recuperación de los niños deportados y la restauración de la justicia”. Zuppi, que horas antes había rendido homenaje a las víctimas ucranianas en la fosa común de Bucha, ha destacado que el Vaticano puede trabajar de un modo concreto para buscar fórmulas que acaben con la vuelta a Ucrania de miles de niños que, según Kiev, han sido llevados a la fuerza hasta Rusia a lo largo de estos 16 meses desde que se iniciara la invasión total del país decretada por Putin.
