José Mazuelos, contra el Constitucional: avala la ley del aborto que relega a los fetos con discapacidad a “seres subhumanos”

El obispo de Canarias ha publicado una amplia carta pastoral en la que reflexiona acerca de la sentencia del alto tribunal

obispo de Canarias

El obispo de la Diócesis de Canarias, José Mazuelos Pérez, ha hecho pública una carta pastoral bajo el título ‘Justicia y Respeto a la Vida’ en la que ofrece una amplia y detallada reflexión en torno a la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la ley del aborto.



“Con el supuesto derecho –no fundamental pero sí superior– de la autoridad absoluta de la mujer sobre su cuerpo y la vida de su progenie se intenta justificar la eliminación del nasciturus, que, aunque su nombre significa destinado a nacer, para el Tribunal se convierte en destinado a no nacer y morir”, escribe Mazuelos.

Asimismo, el obispo de Canarias critica que “en base a este supuesto derecho, dentro de las 14 primeras semanas se puede abortar libremente. Aceptar esta circunstancia es privar de cualquier derecho al ser humano durante los tres primeros meses y medio de su gestación”.

Sin embargo, esta situación se agrava, tal como señala el prelado, en el caso de que el feto padezca alguna malformación o discapacidad. “El Tribunal Constitucional confirma la posibilidad de poder abortar hasta los cinco meses y medio de gestación si se percibe una discapacidad en el nasciturus”, apunta Mazuelos, preguntándose “¿por qué en caso de discapacidad la dignidad no se adquiere hasta los cinco meses y medio? Desde una visión racional y lógica solo cabe afirmar que todos los fetos discapacitados son ‘seres subhumanos’ con menos derechos que los que no tienen discapacidad”. “Con esta medida legislativa se crea, en nombre del progreso, un nuevo estatus humano, una nueva clase social carente de dignidad y derechos”, señala el obispo.

Cambiar conciencias

En cuanto a la situación de las mujeres, el obispo apunta que “está demostrado que las mujeres tienen reacciones físicas, psicológicas, emocionales y relacionales frente a un aborto provocado, que son diferentes para cada mujer y que, aunque son experiencias muy personales casi todas lo describen como traumáticas”.

Por último, Mazuelos subraya que “desde el aspecto teológico, admitir el derecho al aborto nos sitúa ante la sentencia a muerte de un inocente. Ante esta situación caben dos posturas: lavarse las manos, mirar para otra parte, justificar la muerte o, mejor: esforzarse por cambiar las conciencias, en las leyes y comportamientos por medios legítimos este estado de cosas que evidencia una clara cultura de la muerte que desdice de nuestra condición humana, de nuestra civilización e historia como pueblo y, para los cristianos, del mensaje del Evangelio”.

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