Mariano Delgado: “Para los creyentes la resurrección no es un ‘abracadabra’, sino una vida nueva”

El profesor de la Universidad de Friburgo ha participado en la 52ª Semana de Vida Consagrada con la conferencia ‘Mantener viva la esperanza en la gran transformación’

Mariano Delgado en la 52º Semana Nacional de Vida Consagrada

‘Mantener viva la esperanza en la gran transformación’ ha sido el título de la ponencia con la que Mariano Delgado, profesor de la Universidad de Friburgo (Suiza), ha participado en la 52ª Semana de Vida Consagrada, que este año lleva por lema ‘Entretejer itinerarios de esperanza’.



“Basta una mirada desilusionada a la historia de la humanidad y de la misma Iglesia para que el
optimismo antropológico del Concilio parezca una esperanza contrafáctica o contra toda esperanza”, ha reconocido. Sin embargo, en sus palabras, Delgado se ha referido a las tres formas fundamentales de la esperanza cristiana: “la del Reino de Dios en este mundo, la de la vida eterna gracias a la victoria de Cristo sobre la muerte, y la del Juicio Final como último acto salvador del amor y de la misericordia de Dios por Cristo, con Él y en Él”.

En primer lugar, ha explicado que “el ‘Mesías’ se asocia en la tradición de los profetas de Israel con el amanecer y la consumación de la era mesiánica”. Esta ha de ser un tiempo de justicia y de paz, de verdad y de libertad, de una ‘vida abundante’ o digna para todos, un tiempo en el que se lleve la Buena Nueva a los pobres, la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos”. Sin embargo, “más de 2000
años desde la llegada del Mesías, el mundo entero parece seguir ‘en poder del Maligno’”, ha señalado.

La esperanza tras la muerte

“Por eso, como ha dicho el papa Francisco en su homilía durante la vigilia pascual del 8 de abril de 2023, podemos caer fácilmente presa de la desilusión y dejar que se seque en nosotros el manantial
de la esperanza”, ha aseverado.

Una desesperanza, la de la muerte, a la que “la madre y los discípulos más cercanos de Jesús” vivieron cuando “cierran su tumba con una pesada piedra y probablemente con esas mismas preguntas”. “Sí, Jesús se murió de verdad, y su cuerpo estuvo expuesto al frío y a la rigidez de la muerte, como todos nosotros un día, como los muertos de la pandemia, de las crisis humanitarias y de esta guerra demencial en Ucrania hoy”, ha afirmado. Sin embargo, Delgado ha recordado que “no debemos acostumbrarnos a que la muerte, el último enemigo del que habla san Pablo, “no ha cesado de vencer”, como decía el filósofo alemán Walter Benjamin”.

“Al porqué de la muerte, el pecado y el sufrimiento de los inocentes no tenemos respuestas realmente convincentes para el hombre moderno. Por eso el gran teólogo alemán Romano Guardini decía poco antes de morir que esperaba obtener una respuesta al otro lado”, ha continuado. Sin embargo, “al tercer día, la historia dio un giro inesperado; y María de Magdala es la primera en anunciar lo insólito: ¡Jesús vive!”.

La realidad de la resurrección, ha señalado Delgado, “para los creyentes no se trata de un ‘abracadabra’, de un truco de chistera, sino de una vida nueva, en una corporeidad transfigurada y llena de luz, no
reconocible a primera vista por los discípulos, ya que les causaba gran asombro y estupor”.

El Juicio Final y la esperanza

Por último, Delgado ha hablado acerca del Juicio Final como última esperanza cristiana y que, sin embargo, “no está hoy tan omnipresente como en otras épocas de la Historia de la Iglesia”. “Muchos viven como si no existiera ese mensaje”, ha advertido.

Sin embargo, “el mensaje del Juicio Final como conclusión de la historia es una fuente de esperanza subversiva contra toda esperanza en el Dios justo y misericordioso”. Por todo ello, Delgado ha llamado a mantener “viva la esperanza de unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la justicia, porque esa promesa aún no se ha cumplido”.

Asimismo, ha animado a los cristianos a trabajar “con todas las personas de buena voluntad por un mundo mejor, sin olvidar al mismo tiempo que el hombre siempre permanece hombre y que debemos inmunizarnos, por tanto, contra todos los mesianismos políticos de nuestro tiempo con su retórica del hombre nuevo”.

“Esperemos la resurrección, pues la muerte ha perdido su aguijón con la resurrección de Jesús como primicia de lo que nos espera, y recemos por la salvación de todos para que en todos se cumpla la vocación divina del hombre”, ha añadido.

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