Robert W. McElroy: “Me duele que me tachen de hereje”

Robert-W.-McElroy

Cuando el pasado 12 de marzo intercambiamos mensajes con el cardenal arzobispo de San Diego (Estados Unidos), se encontraba en Líbano junto con el obispo maronita de EE.UU., Elias Zaidan. “Estoy de visita para solidarizarme con la comunidad católica y ver como podemos ser de más ayuda”, explicaba a Vida Nueva. El único estadounidense en el que Francisco confió para crearlo cardenal en el último cónclave de agosto de 2022 es noticia desde entonces.



No le faltan, sin buscarlo, opositores; son aquellos que catalogan tan alegremente a todos los que piensan diferente como “herejes”, ya te llames Jorge Mario Bergoglio o Robert W. McElroy.

En enero y marzo, el cardenal originario de San Francisco compartió con ‘America Magazine’, el mensual de los jesuitas en Norteamérica, dos artículos –que nos han invitado a traducir y publicar en castellano para una mayor difusión– en los que se posiciona junto a muchos de los tradicionalmente excluidos en la Iglesia: mujeres, personas LGTBI, divorciados… Como era de esperar, la etiqueta de “hereje” ha vuelto a salir a relucir.

En esta extensa entrevista, acompañada por los dos artículos mencionados, podemos acercarnos más a su persona, un cardenal que sí ha optado por enfangarse defendiendo un pontificado en un país que se empeña en echarlo por tierra. Allí, muchos se sienten fuera de juego –y no tienen ninguna intención de detenerse a revisar el VAR–, porque “el Papa esté dispuesto a explorar vías de acción pastoral en la Iglesia que no estén circunscritas por las formulaciones doctrinales existentes”, subraya el purpurado, que, por cierto, sin pedir cuestionario previo, no rehúye ninguna cuestión formulada.

PREGUNTA.- ¿El Espíritu Santo transformará a la Iglesia con el Sínodo de la Sinodalidad o en noviembre de 2024 todo seguirá igual?

RESPUESTA.- Estoy tentado de responder: ni lo uno ni lo otro. La Iglesia no se habrá transformado en 2024, pero definitivamente no todo será igual. Se habrán lanzado las semillas de un cambio fundamental en nuestra cultura eclesial que creará una Iglesia de discernimiento, participación, inclusión y alcance misionero notablemente mayores. Los contornos específicos de esta transformación no están claros para nosotros. Tampoco pueden estarlo si queremos permanecer fieles al reto más profundo de la sinodalidad: que estamos en un viaje en el que Dios conoce el camino pero nosotros no. Es esta falta de claridad lo que preocupa a muchos dirigentes de la Iglesia.

P.- Diez años después del comienzo de este pontificado, ¿por qué cree que Francisco ha encontrado tanta oposición?

R.- A nivel internacional, la oposición a Francisco surge de su intención de completar el trabajo del Concilio Vaticano II en lugar de retroceder, así como de su continua inserción de la experiencia y los puntos de vista espirituales del Sur Global en la vida principal de la Iglesia.

P.- ¿Y en Estados Unidos?

R.- En Estados Unidos, estos elementos se ven exacerbados por la preocupación de muchos católicos y líderes eclesiales por el hecho de que el Papa esté dispuesto a explorar vías de acción pastoral en la Iglesia que no estén circunscritas por las formulaciones doctrinales existentes. La atención de Francisco se centra en la vida del creyente en su complejidad, y en cómo el Evangelio y la tradición de la Iglesia pueden aplicarse de manera eficaz y compasiva en la vida de quienes luchan ardientemente por acercarse a Dios y seguir su camino en medio de tantos desafíos. Este enfoque no tiene la claridad y la seguridad en las que muchos han llegado a confiar en su comprensión de la fe. Pero sí encarna el método pastoral del mismo Señor, que nos llama a acercarnos a cada persona primero con un abrazo amoroso, luego con ayuda y sanación, y después con la llamada a la conversión y al cambio.

La prensa ‘católica’

P.- El obispo de San Sebastián, Fernando Prado, ha prohibido que en la televisión diocesana se emita contenido de EWTN. Defendía su decisión por adhesión al Papa. ¿Debe haber límites a las críticas de medios ‘católicos’ al Sucesor de Pedro?

R.- Me preocupa EWTN porque representa un gigante de poder económico y cultural ligado a un punto de vista religioso que es fundamentalmente crítico con el Papa. Los principales presentadores de la cadena minimizan constantemente las capacidades y conocimientos teológicos de Francisco, citan las calumnias del arzobispo Carlo Maria Viganò contra el Papa y tratan de apartar al mundo de las reformas que el Papa está señalando. Yo tampoco tendría a EWTN en los medios diocesanos.

El papel de las mujeres

P.- El Papa ha nombrado a mujeres en puestos de responsabilidad en la Curia en estos diez años. En su diócesis, ¿qué papel juegan ellas?

R.- Tengo la suerte de contar con mujeres que sirven y dirigen la Iglesia a todos los niveles en la archidiócesis. De los seis principales administradores laicos de la diócesis, tres son mujeres: la canciller, la directora financiera y la superintendente de escuelas. Las mujeres dirigen las parroquias y, dentro de la vida parroquial, ocupan, predominantemente, las funciones pastorales y administrativas centrales no clericales.  Todos nuestros órganos consultivos a nivel diocesano y parroquial cuentan con una amplia representación femenina.

P.- Diaconado femenino y ordenación de mujeres. ¿Sí o no?

R.- La Iglesia debería abrir el diaconado a las mujeres, tanto porque esto refleja la historia de ese ministerio como porque sería un paso significativo hacia su inclusión en la vida de la Iglesia. Me temo que la ordenación de mujeres al sacerdocio en este momento dividiría profundamente a la Iglesia, y por esta razón no debería ser un objetivo del proceso sinodal.

P.- ¿Puede catalogarse al Papa como feminista?

R.- En muchos sentidos, resulta chocante categorizar a Francisco como feminista. Ha roto barreras significativas para las mujeres en la vida de la Iglesia y ha subrayado continuamente el papel esencial que las mujeres desempeñan en la fe y la acción católica a todos los niveles.  Pero todavía está buscando –y toda la Iglesia– un marco teológico que presente con solidez la igualdad de la mujer en toda su plenitud, en medio de las culturas desiguales de nuestro mundo católico.

Hereje

P.- Usted se ha destacado en su ministerio por estar al lado de colectivos excluidos como los divorciados o las personas LGTBI. Una pastoral por la que algunos lo acusan de hereje. ¿Le duele este adjetivo?

R.- Sí, me duele que me tacharan de hereje. Ese lenguaje perjudica aún más a la Iglesia, al degradar el diálogo que debemos mantener en estos días sobre las cuestiones fundamentales a las que nos enfrentamos. Escribí mi tesis doctoral en teología sobre la obra de John Courtney Murray, un teólogo jesuita que fue tachado continuamente de hereje por sus escritos sobre la libertad religiosa, hasta el momento del Concilio, cuando su posición quedó consagrada en la Declaración de la Iglesia sobre la Libertad Religiosa. Es vital que durante todos estos debates sobre cuestiones doctrinales resistamos la tentación de utilizar etiquetas negativas hacia quienes adoptan posturas opuestas a las nuestras.

P.- El Papa, para mantener el ánimo, reza cada día la oración del buen humor de Tomás Moro. A usted normalmente le vemos sonriendo. ¿Hace algo especial?

R.- Crecí en una familia que encontraba constantemente humor y alegría en las experiencias de la vida cotidiana. Esto es de gran ayuda en mi sacerdocio.

P.- Al comienzo de su pontificado, el Papa dijo: “¿Quién soy yo para juzgar a un homosexual que busca a Dios?”. ¿Estás palabras le han marcado a usted de alguna manera o su conciencia sobre el colectivo LGTBI ya venía de antes?

R.- Crecí en San Francisco y fui sacerdote de la archidiócesis durante más de 30 años. Las vidas y amistades de las personas LGTBI siempre formaron parte de mi perspectiva pastoral. Esto se intensificó durante la crisis del VIH en los años ochenta, cuando tantos jóvenes morían de esa aterradora enfermedad. La Iglesia tuvo que estar presente con ellos en ese momento, y como párroco fui testigo de la angustia y el sufrimiento, la fe y la lucha, de tantos afectados y sus familias. Así, mi perspectiva siempre ha sido que las personas LGTBI son como todos nosotros, hijos de Dios que luchan por ennoblecer el mundo en el que vivimos.

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