Hernán Antonio Acosta: “Mounier y Francisco tienen igualdad de frecuencias”

El sacerdote argentino ha sido el ganador del IV Premio de Ensayo Teológico Joven PPC

Premio Teología PPC

Apenas lleva un año ordenado. Ha estrenado su ministerio en plena pandemia. Pero para el sacerdote argentino Hernán Antonio Acosta, de 34 años, no ha sido tiempo de sequía, sino de siembra y cosecha. El vicario de la parroquia de san Judas Tadeo, en la Diócesis de Morón, ha sido galardonado con el IV Premio de Ensayo Teológico Joven convocado por PPC Editorial. El jurado se ha decantado por su ensayo Descubrir al prójimo. Emmanuel Mounier. Filosofía y mística para el mundo posmoderno.



PREGUNTA.- ¿Cómo surgió la idea de presentarse al certamen?

RESPUESTA.- El fruto de una sana obsesión por Mounier. Imparto la asignatura de Ética Filosófica en la Universidad de Morón. Al preparar unas clases, comencé a leer algo más sobre él. A medida que ahondaba en su filosofía, descubrí que estaba atravesada por nuestra fe, por el misterio de Dios. Habitualmente se le cita de pasada, cuando se habla del personalismo, pero es una figura desconocida para los católicos.

En este marco, vi la convocatoria del concurso en internet y me dije: “¿Por qué no?”. Sentí el impulso y empecé a dar forma a los escritos de Mounier que tenía. Cuando se lo comenté a mi obispo, me animó y se convirtió en mi cómplice, porque le fui mostrando lo que iba reflexionando, debatimos sobre su misticismo… Al final, me empeñé tanto que creo que nunca sudé así escribiendo algo.

P.- ¿Qué sintió cuando recibió la llamada del jurado?

R.- ¡Sorpresa total! Uno siempre tiene esperanza, porque para eso te presentas, pero no pensaba que esta figura que me apasiona a mí, pudiera cautivar a otros. Este reconocimiento me anima a seguir buceando en sus textos. Mounier ha hecho mucho bien a mi espiritualidad. Me ha animado saber cómo él supo plantar cara a todas las crisis que vivió en su mundo (las guerras mundiales y la de Wall Street), pero también personales, como la enfermedad de su hija. Su fe es inquebrantable ante la adversidad.

Mucho en común con Bergoglio

P.- ¿Por qué le enganchó Mounier?

R.- Cuando conocí algo más de su vida, constaté que sus postulados responden a los dramas que vivía. Frente a Sartre o Heidegger, Mounier es una persona muy herida que planteó una filosofía esperanzadora. Era cien por cien católico, un hombre de misa, de vivir la fe en el encuentro con el prójimo. Veo en él una mística laical válida hoy. Fue padre de familia y un profesional cristiano que iba a lo concreto, encontraba a Dios en el otro, sin perderse en discusiones etéreas. De repente, un día al releerle, me dije: “¡Este es Bergoglio!”.

Creo que los dos tienen mucho en común. Cuando Francisco nos recuerda que nadie se salva solo, es la dimensión comunitaria que desarrolla Mounier. Pensé que quizás era una locura establecer paralelismos, pero me topé con un artículo de Francesc Torralba publicado en Vida Nueva en 2013 y reforcé que las afinidades con el magisterio de Francisco no eran disparatadas.

P.- ¿Se podría decir que Mounier es un ‘influencer’ para Bergoglio?

R.- Hasta donde yo sé, Francisco nunca citó a Mounier, pero hay planteamientos comunes como “la salida de sí”, su crítica al consumismo y al capitalismo desenfrenado… Yo prefiero hablar mejor de sintonías entre ambos y de igualdad de frecuencias.

P.- Le veo lanzado incluso a promover su causa de beatificación…

R.- En su biografía de Mounier, el filósofo Carlos Díaz se pregunta cuándo será el momento de que le veamos en los altares. Yo también lo sueño. No sé si se emprenderá el camino, pero hay material y rasgos de santidad. Parte de mi alegría por haber ganado el concurso es que permite darle a conocer.

P.- ¿Qué va a hacer con el premio?

R.- Lo voy a donar a la Fundación Casa de Jesús. Es lo que Mounier haría. Cuando él habla del éxito, asegura que no estamos para el triunfo, sino para el testimonio. Y llega a decir: “Seamos dignos de los pobres”. Esto también es muy Francisco.

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