Francisco invita a acoger a Dios: “Ante nuestra fragilidad, el Señor no retrocede”

El pontífice reza el ángelus con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro en segundo domingo después de Navidad a los que propone algunas formas para dejar que Jesús ilumine cada rincón de su vida

El papa Francisco no ha faltado a su encuentro dominical con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro. Como hiciera este 1 de enero, el pontífice ha vuelto a asomarse al balcón del Palacio apostólico en el segundo domingo después de Navidad para compartir su reflexión y rezar a María con la oración del ángelus.

En las tinieblas del mundo

Comentando el evangelio del día, el prólogo del evangelio de Juan (cf. Jn 1,1-18), el papa Francisco ha comentado el sentido, paradójico, de los términos “Palabra” y “carne”. “Palabra indica que Jesús es el Verbo eterno del Padre, infinito, existente desde siempre, antes de todas las cosas creadas; carne, en cambio, indica precisamente nuestra realidad creada, frágil, limitada, mortal”, ha detallado el pontífice, junto al binomio “la luz y las tinieblas”. Por eso, ha destacado que “Jesús es la luz de Dios que ha entrado en las tinieblas del mundo. Dios es luz: en él no hay opacidad; en nosotros, en cambio, hay mucha oscuridad. Ahora, con Jesús, la luz y las tinieblas se encuentran: la santidad y el pecado, la gracia y el pecado”.

Para Francisco, “la forma de actuar de Dios” es que “ante nuestra fragilidad, el Señor no retrocede. No permanece en su bendita eternidad y en su luz infinita, sino que se acerca, se hace carne, desciende a las tinieblas, habita en tierras que le son ajenas. Lo hace porque no se resigna a que podamos extraviarnos alejándonos de él, de la eternidad, de la luz”. “Esta es la obra de Dios: venir entre nosotros. Si nos consideramos indignos, eso no lo detiene. Si lo rechazamos, no se cansa de buscarnos. Si no estamos preparados y dispuestos a recibirlo, él prefiere venir de todos modos”, asegura el Papa.

Dios en “nuestros establos interiores”

“A menudo nos alejamos de Dios porque pensamos que somos indignos de él por otras razones. Y esto es cierto. Pero la Navidad nos invita a ver las cosas desde su punto de vista. Dios desea encarnarse. Si tu corazón parece demasiado contaminado por el mal, demasiado desordenado, no te cierres, no tengas miedo. Piensa en el establo de Belén”, recomendó el pontífice. Jesús nació allí, en esa pobreza, para decirte que no tiene miedo de visitar tu corazón, de habitar en una vida miserable. Para vivir. Este es el verbo utilizado hoy en el Evangelio: expresa un compartir total, una gran intimidad. Esto es lo que Dios quiere”, añadió.

Invitando a dejar entrar a Dios en todos los rincones de la vida, el Papa propuso algunos ejemplos en los que dejar que se haga presente: “por ejemplo, deteniéndose ante el pesebre, porque muestra a Jesús que viene a habitar todas nuestras vidas concretas, ordinarias, donde las cosas no van bien, donde hay muchos problemas: pastores trabajando duro, Herodes amenazando a los inocentes, gran pobreza…” En medio de estas situaciones, añadió, “está Dios, que quiere vivir con nosotros. Y está esperando que le presentemos nuestras situaciones, lo que estamos viviendo. Por eso, frente al pesebre, hablemos con Jesús de nuestras situaciones concretas. Invitémosle oficialmente a entrar en nuestras vidas,especialmente en las zonas oscuras, en nuestros ‘establos interiores’. Y digámosle también sin miedo los problemas sociales y eclesiales de nuestro tiempo, porque Dios ama vivir entre nosotros”, concluyó.

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