Cristina Inogés en la apertura del Sínodo de la sinodalidad: “En muchas ocasiones la fidelidad exige cambiar”

Una meditación de la teóloga Cristina Inogés Sanz durante la oración del momento de reflexión con el que se ha materializado la apertura del sínodo sobre la sinodalidad ha puesto sobre los presentes en el aula nueva del sínodo un comentario a partir de un texto del Apocalipsis (cf. 1,9-20). “Iniciamos un proceso espiritual, que eso es la sinodalidad, y lo hacemos con esperanza, decisión, y hambre de conversión para aprender a vivir, de verdad y humildemente, que los mejores puestos en la Iglesia no son los exclusivos y los que separan, sino los que, desde el servicio, inducen al perdón, la reconciliación, y el encuentro”, señaló.



“Somos heridos caminantes llenos de esperanza, confianza y amor en el Dios que no nos abandona y ajusta su paso al nuestro al ritmo de la acogida, del perdón, y de la gracia”, destacó Inogés poniendo de manifiesto las heridas causadas por la Iglesia. “Venimos desde hace siglos confiando más en nuestros egos que en tu Palabra. Hace tiempo olvidamos que, cada vez que no te dejamos caminar a nuestro lado, somos incapaces de mantener el rumbo adecuado”, apuntó.

Por ello, recomendó: “No tenemos que tener miedo a reconocer los errores cometidos”. “Es bueno y saludablecorregir los errores, pedir perdón por los delitos cometidos, y aprender a ser humildes. Seguramente viviremos momentos de dolor, pero el dolor forma parte del amor. Y nos duele la Iglesia porque la amamos”, añadió.

La Iglesia hogar

Para Inogés, “en muchas ocasiones la fidelidad exige cambiar. La fidelidad al mandato misionero recibido del mismo Jesús, la fidelidad a nuestra Iglesia, exige que se viva un cambio y, ese cambio, puede suponer una revolución”. “A lo largo de la historia las revoluciones que han resultado más creativas, son las que nacieron de la transformación del corazón”, apuntó citando al teólogo ortodoxo Olivier Clèment.

Puso de manifiesto que “todo el pueblo de Dios está convocado, por primera vez, a participar en un Sínodo de losobispos. También están invitados a hacernos llegar su voz, su reflexión, sus preocupaciones, y su dolor, todos aquellos a los que un día no supimos escuchar y se fueron y no los echamos de menos. ¡Enseñadnos a ser mejores cristianos! ¡Enseñadnos a recuperar la esencia de la comunidad cristiana que es la comunión, no la exclusión!”, clamó.

Finalmente, recordó que Jesús “no nos dejó normas ni estructuras sobre cómo ser Iglesia, sí nos dejo una forma de vida con la que construir esa Iglesia llamada a ser refugio seguro para todos; lugar de encuentro y diálogointercultural, espacio de creatividad teológica y pastoral con la que afrontar los desafíos a los que nos enfrentamos. En definitiva ser la Iglesia-Hogar que todos añoramos”. “Servicio y sinodalidad van de la mano. Servir para ser comunión en el ser; sinodalidad para ser comunión en el caminar juntos. Comunión, en definitiva, para obrar todos juntos según lo que nos diga, indique, y sugiera el Espíritu”, concluyó.

“Abre nuestros ojos Señor, para que toda tu Iglesia te vea caminar delante y te siga. Que te sienta detrás de ella y siga adelante con confianza, segura de que la estás cuidando. Abre nuestros oídos, para que podamos oírte hablar a través de las hermanas y los hermanos. Sin miedo a la lengua de doble filo. Sin impaciencia con el tartamudo. Abre nuestros corazones y te escucharemos”, pidió el sacerdote jesuita Paul Béré, de Burkina Faso, que dirigió también una meditación en la oración inicial.

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