?️ El Podcast de Vida Nueva: Afganistán, el libro vivo del Éxodo

Hoy estrenamos un nuevo episodio del Podcast de Vida Nueva con contenido seleccionado para ti con toda la actualidad de la Iglesia en el mundo

El podcast de Vida Nueva

El tema de portada de esta semana está relacionado con una situación terrible, la de la situación que se vive en Afganistán a raíz de la salida de Estados Unidos y la OTAN y del ascenso al poder de los talibanes. También haré un repaso de la actualidad eclesial de la última semana y podremos escuchar a Fernando Vidal.



La cuestión afgana

¿Qué pasa en Afganistán? ¿Se puede aportar una visión diferente o podemos hablar de alguna dimensión que no hayas contemplado todavía sobre esa región del mundo? El reportaje A Fondo viene firmado desde Roma por Darío Menor y se apoya fundamentalmente en las declaraciones que Matteo Sanavio realiza sobre la toma del poder por parte de los talibanes.

En la página 11 de Vida Nueva se lee que la asociación Pro Bambini de Kabul nació en 2002 a raíz de un mensaje de Navidad de San Juan Pablo II. En la página web de la asociación hay un pequeño resumen de cómo dicha asociación fue fundada. Como matiz, indicar que el año es 2004 y no 2002, pero no creo que sea lo más relevante. En el párrafo final, esta asociación agradece al Señor que inspirara a Juan Pablo II para que gritase bien fuerte al mundo: “¡Salvad a los niños de Kabul!”. Y su frase final es que Afganistán está llamado a ser una esquina del Reino de Dios. Un fragmento de la bendición Urbi et Orbi de la Navidad de 2001 dice así: “En Él podemos reconocer los rasgos de cada pequeño ser humano que viene a la luz, sea cual fuere su raza o nación: es el pequeño palestino y el pequeño israelí; es el bebé estadounidense y el afgano; es el hijo del hutu y el hijo del tutsi… es el niño cualquiera, que es alguien para Cristo”. Y un poco más adelante sí que hace un llamamiento algo más universal: “¡Salvemos a los niños para salvar la esperanza de la humanidad!”.

Volveré

Como te decía al comienzo, gran parte del reportaje se fundamenta en varias declaraciones de Matteo Sanavio, el presidente de la asociación Pro Bambini. Esta asociación aglutina a 14 congregaciones y gestionaban un centro educativo con unos 50 niños a quienes afectaban diversas condiciones psíquicas.

Explica que la presencia de misioneros en Afganistán ha sido siempre simbólica. Básicamente consistía en religiosas que en su mayoría trabajaban en el ámbito sanitario o con niños abandonados. Concretamente, el centro de las religiosas de la Madre Teresa se encargaba de atender a personas con afectaciones graves por su diversidad funcional. Dice Matteio Sanavio que las religiosas de la Madre Teresa recogían a los descartes de los descartes, ya que en Afganistán no hay cultura de salvar y erspetar la vida de estas personas.

En el avión que transportó a las religiosas de la Madre Teresa hasta Italia también viajaban 14 niños afganos con condiciones físicas complicadas. No quisieron abandonarlos en el país.

Reconozco que al leer el reportaje de esta semana me he sentido muy afectado emocionalmente por varias de las situaciones que se relatan. Por ejemplo, cuando se cuenta que no sabían cómo sacar de Afganistán a las dos hermanas de la asociación Pro Bambini y que corrían un gran riesgo por ser cristianas. Se me rompen los esquemas cuando continúo leyendo que podían acusarlas de proselitismo, que es de las peores cosas que te pueden decir allí. Y mientras tanto, nosotros aquí en nuestra comodidad de sofá y aire acondicionado proclamando a los cuatro vientos que el partido político al que votamos es mejor que las otras opciones, con la poca vergüenza además de sentirnos perseguidos por una invisible censura. Uno de los pequeños textos que se intercalan en el reportaje principal expone las declaraciones de Bhatti Shahnaz, la religiosa que estaba al frente de la asociación Pro Bambini. Explica cómo, ya fuera de Afganistán, se sigue sobresaltando cuando llaman a la puerta u oye el ruido de una persiana. Cuenta cómo los talibanes llamaron con insistencia al portón y ella y su compañera se escondieron, sabiendo que si llegaban a entrar no volverían a ver otro día.

Giovanni Scalese, el presbítero barnabita al frente de la misión católica, decía: “Esperamos que todo se resuelva en poco tiempo y que se den las condiciones para poder reanudar el trabajo que la Iglesia realizaba en Afganistán”. La religiosa Bhatti Shahnaz, de quien he hablado hace un momento, también decía: “Solo puedo decir que, si un día aparece la posibilidad de volver a Kabul, allí estaré”.

Ya hacia el final del reportaje se habla de dos religiosos de la Compañía de Jesús que también abandonaron Afganistán. Ambos desarrollaban proyectos de acogida a desplazados internos para el Servicio Jesuita a Refugiados. Uno de ellos, Jerome Sequeira, envió una carta a los medios de comunicación en la que afirmaba que los islamistas tenían listas “de todas las organizaciones” y que en algunos lugares estaban pidiendo información sobre el personal que tenían empleado.

Termino con el tema de portada haciendo mención a los dos últimos artículos relacionados con Afganistán. El primero de ellos viene firmado por Braulio Carlés, que es responsable de la asociación ACCEM, encargada de atender a migrantes y refugiados. Dos detalles; el primero, que quien consigue escapar de las condiciones de su país experimenta un sentimiento agrio por la gente que no ha podido salir ni va a poder hacerlo. El segundo es que en primer lugar, se les acoge, vengan de donde vengan; después se empieza a trabajar con ellos.

El último artículo está escrito por José Ángel López Jiménez, profesor de derecho internacional en la Universidad de Comillas. Habla sobre cómo se entremezclan las imágenes de personas que huyen despavoridamente de Afganistán con las de ciertas actitudes autocomplacientes por la retirada de tropas del país.

Repaso semanal

Sábado. El obispo de Cádiz se defiende: “No se ha solicitado la casa Nazaret de Ceuta para los migrantes ni nos hemos negado a cederla”. En algunos medios de comunicación se había difundido la noticia de que el obispo de Cádiz se negaba a ceder el uso de un inmueble vacío para atender a los menores migrantes. Incluso se justificaba esta decisión por su vinculación ideológica a ciertos grupos de extrema derecha y ultraconservadores.

Domingo. El papa hizo un fuerte llamamiento ante la comunidad internacional por la situación que se está viviendo en Afganistán.

Lunes. Me sorprendió leer que Roberto Begnini rezaba mucho. En una ceremonia donde le entregaban un premio, tuvo la osadía de decir: “Mi corazón es el de un refugiado al ver a las madres que tiran a sus hijos por encima de las alambradas. Todos esos son los rostros de Cristo y sólo podemos ayudar a esas personas. No hay nada más que hacer”. Y nosotros preocupados con que un afiche nos ofende o que nos censuran.

Martes. Una información sobre la que también podemos leer en el número de esta semana. En España, el 38.7% de las personas son agnósticas o ateas. Los datos provienen del CIS, que es el Centro de Investigaciones Sociológicas. Los datos llaman la atención porque reflejan que en dos décadas el número se ha triplicado. El estudio relaciona además el voto a ciertos partidos políticos con la declaración de la persona como católica practicante.

Miércoles. En L’Osservatore Romano se publicó un texto del teólogo argentino Víctor Manuel Fernández, arzobispo de la Plata. ¿Por qué me parece curioso, si L’Osservatore Romano es un medio de información católico? Bueno, pues porque el artículo en sí mismo parecía estar justificando las palabras de Francisco en la audiencia del 11 de agosto sobre la Ley Mosaica. El pontífice hizo un comentario a la “Carta a los Gálatas”, de San Pablo; y señaló que la Ley no da la vida, que no ofrece el cumplimiento de la promesa.

Jueves. Doce institutos tradicionalistas franceses reclaman un “mediador” para aplicar ‘Traditionis custodes’. El 16 de julio se publicó un motu proprio de Francisco en el que se limitaba el uso de la misa en latín. Desde aquel momento, una gran cantidad de personas a título individual y de grupos relacionados con entornos conservadores o ultraconservadores se han manifestado en contra del texto, acusándolo de arbitrario o, incluso, de dictatorial. Varios institutos religiosos tradicionalistas franceses se han unido para remitir una carta a sus obispos para solicitar la interposición de un “mediador” que facilite el diálogo y que sus intereses no queden desprotegidos.


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