El Papa recuerda en el ángelus que “sin apertura a la novedad, la fe se convierte en una letanía cansada que se apaga”

“Cuando nos dejamos caer en la dictadura de los prejuicios, es difícil abrirse a la novedad y dejarse sorprender”, ha subrayado Francisco

“A veces buscamos en las personas únicamente la confirmación de nuestros esquemas para nunca tener que hacer el esfuerzo de cambiar. Y esto puede suceder también con Dios. Para nosotros, que pensamos que ya sabemos mucho de Jesús, esto no es suficiente, porque nos limitamos a repetir lo mismo de siempre”. Estas palabras del papa Francisco en el ángelus de hoy han venido acompañadas de un recordatorio: “Sin apertura a la novedad, a las sorpresas de Dios, la fe se convierte lentamente en una letanía cansada que se apaga, porque se convierte en una costumbre social”.



Esta reflexión del Santo Padre parte del evangelio de este domingo, el cual “nos habla de la incredulidad de los paisanos de Jesús quien, después de haber predicado por algunos pueblos de Galilea, vuelve a Nazaret, donde había crecido junto a María y José y un sábado se pone a enseñar en la sinagoga”. Y es que, tal como ha señalado el Papa, “muchos, escuchándolo, se preguntan de dónde le viene tanta sabiduría”, lo cual lleva a una frase que ha quedado implantada en la sociedad: “Un profeta solo es rechazado en su tierra”.

“Los paisanos de Jesús le conocen, pero no le reconocen”, ha dicho Francisco. “A veces pensamos que sabemos mucho de una persona, y la etiquetamos y encerramos en nuestros prejuicios”, al igual que hicieron “los paisanos de Jesús, que le conocen desde hace 30 años, pero no se han dado cuenta nunca de quién es”. “Se detienen en la exterioridad”, ha subrayado. “Este es el centro del problema, porque cuando nos dejamos caer en la dictadura de los prejuicios, es difícil abrirse a la novedad y dejarse sorprender”.

“Tengo miedo del Señor cuando pasa”

“El asombro es cuando sucede el encuentro con Dios”, ha explicado el Papa. “En el evangelio, muchas veces cuando la gente encuentra a Dios y lo reconoce siente el asombro. Es como la garantía de que ese encuentro es verdadero, no es costumbre”. Asimismo, ha señalado que, para los paisanos de Jesús, “es escandaloso que Dios se revele a través de nuestra propia carne. Que el hijo de Dios sea el hijo del carpintero. Que la divinidad se esconda en la humanidad. Que Dios habita en los gestos, en las palabras de un simple hombre”.

“En realidad es más cómodo un Dios distante”, ha añadido Francisco. “O nos gusta creer en un Dios de efectos especiales, que hace cosas increíble. Pero Dios es humilde y tierno, se ha encarnado para habitar la normalidad de nuestra vida cotidiana”. Así, ha advertido de que “nos puede pasar como a los paisanos de Jesús: corremos el riesgo de que cuando pase no lo reconozcamos. Como decía san Agustín: “tengo miedo del Señor cuando pasa”. ¿Por qué tenía miedo Agustín? Tenía miedo de no reconocerlo. No lo reconocemos, nos escandalizamos de él”.

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